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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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NO SE TRATA de que el Gobierno de Venezuela vaya a nacionalizar terroristas españoles, como si fueran explotaciones petrolíferas, pero sí parece que Hugo Chávez habría ofrecido a cuatro presuntos etarras la nacionalidad venezolana, para evitar su extradición, lo que a la hora de transmitir estas líneas no estaba confirmado, oficialmente al menos. El reelecto presidente Chávez es un personaje al que Valle Inclán, quien hizo la escultura literaria de Tirano Banderas, tal vez lo hubiera desdeñado por su excesiva simplicidad y enrevesada ordinariez. Pero ahí está el hombre egregio, vencedor apoteósico de unas elecciones cuyo resultado podría ser vitalicio, conmocionando la política exterior española. Hubo momentos en la política antiterrorista de gobiernos anteriores, anteriores incluso a los de Aznar, en los que se llegó a ofrecer a terroristas de ETA un extrañamiento a países que se prestasen a acogerlos, y uno de ellos fue Venezuela. Como esas medidas de generosidad hacia ETA han cumplido cerca de veinte años, algunos de los etarras expatriados han tenido tiempo de adquirir y ejercer el derecho a la nacionalidad venezolana, que se les ha otorgado, por lo que, en ese contexto, sorprendería en Caracas que un ofrecimiento de nacionalidad a cuatro etarras causase ahora en España la conmoción política e informativa de la que damos cuenta. «Nosotros exigimos una respuesta tremendamente contundente en el ámbito diplomático», afirmó Zaplana en sus oraciones derivadas, la última de las cuales dice así: «Hay que evitar, de ser así (es decir, si fuera cierta toda la plataforma desde la que dispara),esta argucia bananera para que los terroristas no paguen por sus delitos». El portavoz socialista en el Congreso pedía a Zaplana que, más que atacar precipitadamente al Gobierno, ayudase a que los terroristas de ETA pudieran ser extraditados a España, pero eso es mucho pedir cuando la campaña electoral sólo va a durar seis meses, prorrogables diez meses más, hasta marzo 08, y no hay minuto que perder para debilitar al adversario. Debe añadirse que este aprendiz de grandiosidad bolivariana que es Chávez, al que resultaría más bien inútil interpretar desde un racionalismo cartesiano, va a sorprender en el campo internacional con decisiones o salidas que podrían calificarse de pata de banco, en expresión de nuestros abuelos, por lo que responder a una supuesta ofensa que pudiera infligir a lo que Zaplana llama «el conjunto de la democracia española» de forma «tremendamente contundente en el ámbito diplomático» sería en alguna circunstancia desaconsejable. Y no sólo por razones de interés económico, que en la globalización son principios, pero sí por lo que esas razones suponen para nuestra economía. Dicho sea sin el menor énfasis calderoniano. 1397124194