Diario de León
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León

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Querido Padre Carlos: Acabo de ver en el periódico la esquela que nunca podía imaginarme. En el fondo sé que, aunque sólo fuera por la edad, Dios te llevaría a su lado antes que a mí. Pero aún así, no puedo hacerme a la idea de no volver a verte. Esos 84 años de vida, de intensa vida, los llevabas en el cuerpo y en el carnet, pero desde luego no los llevabas en tu corazón ni en tu espíritu. Eras, y para muchos sigues siendo un ejemplo a seguir. Con ochenta y cuatro años seguías con tu trabajo como antes, venías a León, ibas a Astorga, seguías jugando como cuando eras joven. Te conocí nada más nacer, aunque ya formabas parte de mi familia mucho antes. Ya tenías tus pequeñas «luchas» con mi padre en la imprenta, antes de ni siquiera casarles. Casaste a mis padres un 12 de agosto del 72 y según tengo entendido, ya dejaste escapar más de una lágrima. Nada más nacer yo, tu quisiste ser el que me presentara al Señor. Unos años después me diste la primera comunión. Justo 33 años después de casar a mis padres, un 14 de agosto hiciste lo mismo conmigo. Si una boda no se olvida nunca, la mía menos. Estabas emocionado y se notaba, tenías la ilusión y la emoción de 33 años antes. Desde entonces, en mi vida cristiana, mi fe y mi desarrollo espiritual, siempre has estado presente. Ahora siento, como muchos otros, que me he quedado, sin esa guía sin ese referente que aunque no le vieses todos los días siempre está presente. No logro a entender cómo hace tan solo un mes, nos reuniste en el seminario para presentar tu último libro, los comentarios a los evangelios que domingo a domingo has hecho en Cope Astorga. Cuántos libros Carlos, cuánto nos has enseñado, cuánto nos has ayudado a entender el mensaje de Dios. En casa de mis padres hay libros tuyos, los comentarios al Nuevo Testamento que tantas veces he leído. Ahora en la que ya es mi casa tengo tu último libro. Ese Dios que nos has ayudado a entender, hoy ha querido que vayas a su lado, quizás Él ahora necesita que tu, Carlos de Villapadierna, le ayudes a entender lo que pasa por aquí abajo. Solo quiero despedirme y decirte que te vas sin cumplir la última palabra que le dijiste a mi padre días antes de la presentación del libro.» ¿Así que Amaya está esperando dos niños? Bueno pues nada, habrá que bautizarles como a la madre». No va a poder ser, porque te marchas pocos meses antes de que nazcan, pero sé que desde el cielo, estarás dándoles tu bendición y les protegerás y guiarás toda su vida. Su padre y yo nos encargaremos por ti. Descansa en paz, Carlos. Amaya González García (Trobajo del Camino). Antonio Travieso Nuñez (Madrid).

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