Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Historia de una chapuza

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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FUE en la década del 90. Se celebraba en León la exposición sobre «Las Edades del Hombre». Un grupo directivo de altos cargos e intelectuales, atraídos por la exhibición de luz, agua y sonido en la Catedral, acudieron a nuestra ciudad, donde ganaron el fin de semana: en arte y en gastronomía. Entre los ilustres visitantes estaban los presidentes del Banco Hipotecario y del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), la directora de la Biblioteca Nacional y otros. Me tocó ejercer como maestro de ceremonias. Lo repetí con Alfonso Guerra, al que también le cautivaban los rezos y cánticos de las monjas que cuidan y guardan el monasterio de Santa María de Gradefes. Querían ver el monumento de San Miguel de Escalada, al que calificaron como «único en el mundo en pureza arquitectónica mozárabe». Recurrí al que creo máximo conocedor del templo en el mundo: Vicente García Lobo, por aquellos años vicerrector de la Universidad, para actuar como cicerone. La mañana del domingo era de cristal, pero fría, de carámbanos y escarcha. A esa hora indecorosa de las nueve de la mañana, allí estaba García Lobo, al que le costó dios y ayuda lograr las llaves del templo, para mostrárselo a los ilustres visitantes. No fue posible ofrecerles un café caliente o una copa de orujo. Ni siquiera comprar unas postales. Un abandono absoluto. La desidia se ha prolongado en el tiempo. Después de más de una década, ya todos hemos entendido que en San Miguel de Escalada se ha institucionalizado la chapuza. Una chapuza en toda regla. Lo que queda sin aclarar es si la chapuza tiene como origen el proyecto de restauración o es la obra realizada por la empresa que no se ajusta al proyecto. Es lo primero que debe aclararse. También saber qué responsabilidad tienen los técnicos de la Junta en la supervisión o no de la chapuza. Porque no podemos acostumbrarnos a ver cómo se hacen con dinero público obras defectuosas y después nadie es responsable. Pongamos un ejemplo cercano, de «footing», visionado por todos los leoneses: la pasarela peatonal sobre el Bernesga construida a la vera del Casino sobre dos pilares: uno viejo y otro nuevo. En la primera riada, cuando roncan las maromas líquidas, el Bernesga se llevó el pìlar nuevo y todavía sigue la pasarela sin arreglar después de varios años. No sabemos si el Ayuntamiento ha pagado la obra y si se le exigió responsabilidad a la empresa constructora por el ejemplo manifiestamente defectuoso. Lo que sí es seguro es que el ejemplo no puede ser más nefasto sobre el uso de los dineros públicos. Pues bien, el caso de San Miguel de Escalada exige que se aclare con todo detalle la responsabilidad de las partes intervinientes en la vergonzosa restauración. Han estado a punto de hundir un edificio emblemático universal. Y lo tenemos en León, joder, a ver si se enteran. Yo creo que los necios responsables de la chapuza deben pagarlo de su bolsillo. Es la forma más eficaz de corregir cualquier chapuza.

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