DESDE LA CORTE
Las tres «T» de Zapatero
ESCUCHÉ con atención las sesiones de control al gobierno. Ayer, todavía con mayor interés: tenía una vaga, vaguísima esperanza, de que el presidente se animase a la transparencia posible y nos contase el estado real del llamado proceso de paz. No era curiosidad. Es que lo necesitamos. Estamos sometidos a intoxicaciones interesadas. Nos bombardean informaciones que aseguran que el alto el fuego está a punto de terminar, que ETA lo dejará en suspenso, o que vivimos el final de un sueño. Todo el mundo informa, desinforma y comenta. Lo dijo José Blanco: hablan los que no saben de qué hablan, y quienes saben, se callan. Entre ellos, el primero, el presidente del gobierno. Por eso me interesaba la pregunta del coordinador general de Izquierda Unida. Pero el señor Llamazares no pidió información, contra lo que esperábamos todos, sino esperanza. Y el señor presidente, por supuesto, no dio información, sino aquello que mejor maneja: la esperanza. Tal para cual. Nos hemos quedado sin saber si el proceso está atrancado, atascado, embarrancado, abortado, podrido, fracasado, o metido en una pausa técnica, que todos esos perfiles son posibles. A cambio de eso, el señor Zapatero ha cambiado su famosa trilogía de «largo, duro y difícil» por otra de nueva factura: «tiempo, temple y tenacidad». Son las tres «T» de La Moncloa. Si el proceso no avanza, por lo menos en el gobierno funciona la fábrica de mensajes. En el fondo, no cambia nada, pero suena de otra forma. Tiempo equivale a «largo», temple es la medicina contra «duro», y tenacidad es lo que impone lo «difícil». Me temo que el señor presidente sólo puede manejar parcialmente esas tres claves. La del tiempo es importante, porque cada día que pasa sin víctimas es una victoria, pero tiene límite: los plazos que marcan las leyes para concurrir a las elecciones locales. Ahí, o Batasuna se ha legalizado, o se acabó el juego, porque hay que taparle todas las vías de entrada en Juntas y ayuntamientos. La del temple está demostrada: hace falta el temple de Zapatero para soportar toda la presión, los datos adversos, las declaraciones de Otegi y las noches de kale borroka, y mantener abierto el proceso. Y la tenacidad es bella, pero, ay, no depende del presidente. Él puede ser el hombre más tenaz del mundo, incluso terco, pero hay algo que no puede controlar: que ETA decida volver a las armas, si no consigue las contrapartidas que busca. Ahí no hay tenacidad que valga. Es mi interpretación de lo oído ayer en el Congreso. Resumen: sigamos especulando, sígannos intoxicando, que todo entrará en las ondas y páginas de los periódicos, porque nos sigue faltando buena información. Sólo estamos sobrados de frases y buena voluntad.