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Publicado por
GONZALO OCAMPO
León

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LA ININTERRUMPIDA sucesión de accidentes de tráfico alcanza eco creciente en los medios de comunicación y lleva a la preocupación en todos los estratos de la vida comunitaria. La sociedad entiende bien que buen número de accidentes podrían evitarse con conductas ordenadas. Es un tiempo éste en el que se advierte una cierta línea de mejora para la seguridad vial española, con un leve alejamiento de ese furgón de cola en el que viajan los países europeos con mas elevados índices de accidentalidad. No extrañe que las distintas administraciones multipliquen actividades aptas para fomentar una medida de sentido vial que, en último término, lleve a la reducción de accidentes. Es por eso que paralelamente a las llamadas «operaciones especiales» se articulan actividades a un tiempo informativas y avisadoras del incremento de servicios de vigilancia sobre los factores de riesgo con mayor incidencia en el tráfico. Es el turno ahora para advertir del peligro que viene por la interrelación alcohol-conducción, en campaña que se mantiene hasta el 24 de diciembre -por cierto que con cuestionado mensaje básico- y que tal vez debiera continuar hasta el término de la Navidad, tiempo de multiplicación de viajes para el agasajo y la fiesta, tan unidos a la ingesta de alcohol, el gran enemigo -antes solapado que manifiesto- de la seguridad vial. ¿Asedio a los conductores? Mejor, un cerco de signo positivo para los que se resisten a cumplir unas cuantas reglas de buen gobierno. Hay un lícito afán por alcanzar otra «cultura vial», la obediencia al sistema normativo y el ejercicio de la responsabilidad en los lances del tráfico. Por eso, de la advertencia a la recomendación, antes que el rigor punitivo. La mejor cantinela viene de hace ya años por boca de Stevie Wonder: «Si bebes no conduzcas¿».