Diario de León
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LA ESCLEROSIS múltiple es una enfermedad que, por causas que la ciencia aún ignora, daña la mielina, el aislante de las fibras nerviosas. Y lo hace en silencio, como casi todas las enfermedades neurológicas, hasta que se delata hurtando capacidades a quienes la sufren. Es una enfermedad que afecta a muchas personas jóvenes. Y esto es lo que realmente la distingue de tantas enfermedades incapacitantes que llegan con el envejecimiento demográfico. Ser joven y verse apoyado por un bastón, perder la vista cuando aún quedan tantos paisajes por contemplar o quedarse limitado a la movilidad de una silla de ruedas es dramático. Y sin saber por qué. El lunes se celebra el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad que sufren en León cerca de un millar de personas y que conocemos gracias a la puesta en marcha, hace nueve años, de una Aldem, la Asociación Leonesa de Esclerosis Múltiple. La filosofía de Aldem se escribe en verde y naranja, los colores que Benito Escarpizo, gran artista y gran persona, puso generosamente en su logotipo, como un canto a la esperanza, pero también a la vitalidad y la energía, ingredientes imprescindibles para «no dejarse arrumbar por la enfermedad», dice él. La actitud de las personas enfermas ante la enfermedad está revolucionando la medicina. Y eso se ve en las asociaciones de afectados, como Aldem. Confían y esperan mucho de sus especialistas de referencia, los neurólogos en este caso, pero si limitaran las expectativas de mejorar su calidad de vida a la asistencia hospitalaria no disfrutarían de los beneficios de la fisioterapia, la neuropsicología, la medicina rehabilitadora, la terapia ocupacional o del acompañamiento que puede proporcionar una persona voluntaria al paciente de esclerosis múltiple. Las personas enfermas preguntan cada vez más y son más activas en su curación o en el intento de lograrla; y no pueden ser tratadas como meras receptoras de una ciencia misteriosa. Todo un reto para la medicina.

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