Ya era hora
Ahora que está tan de moda el caso Malaya los ciudadanos sabemos algo más sobre las tramas de corrupción que se llevan a cabo con la implicación de los políticos. Esto desacredita más si cabe a la clase política. El desencanto y la desconfianza se acrecienta entre los ciudadanos, viendo como se enriquecen algunos desvergonzados, traicionando lo que en su día prometieron defender. La ambición desmedida de algunas personas, y el poder que ejercen a través del poderoso caballero «don dinero» hace que se tambaleen los cimientos de los poderes establecidos desde el poder político al judicial, como si de auténticas mafias se tratara. Algo impensable en un estado de derecho en el que a nuestros políticos se les llena la boca hablando de democracia. De ahí la apatía de nuestros jóvenes, la mayoría hipotecados durante treinta años para poder tener algo que según nuestra constitución es un derecho fundamental, con salarios que apenas les permiten llegar a fin de mes, y viendo como algunos indeseables con sueldos millonarios no se detienen ante nada. Para más recochineo, estos ladrones de guante blanco, son tratados como señores, viven como reyes, y en caso de ser imputados y condenados, sus condenas son inferiores a la de aquel que roba una gallina, y desde luego el dinero por mucho que hayan robado nunca aparece. Por suerte, me consta que todavía hay mucha gente honrada trabajando políticamente para el desarrollo de sus pueblos y un mayor bienestar de sus ciudadanos, y a ellos les corresponde ondear la bandera de la honestidad. Lo acontecido en Marbella, no es ni mucho menos un caso aislado. Mi querido León va por el mismo camino, un pulpo se mueve en él alargando cada día más sus tentáculos y atrapando en ellos todas las cuotas de poder, con el apoyo y el consentimiento de los partidos políticos, interfiriendo en su organización interna, los cuales aceptan candidatos impuestos por éste, con el fin de que sirvan fielmente sus intereses. Con dinero se cierran bocas y se mira para otro lado, pero confío en que antes o después todo esto salga a la luz y se paguen estos abusos, la fiscalía anticorrupción acabará tomando cartas en el asunto. Teodoro Fernández Juárez (Villaquilambre). Leído y releído tu libro sobre Babia, Laciana y Alto Luna, aprovecho las páginas del tan querido y por tantos años leído Diario de León para saludarte y felicitarte por la gran inteligencia que Dios te ha dado, tan bien aprovechada en narrar la belleza de la dulce Babia en cada uno de sus pueblos. Quiero hacer mención especial sobre Cospedal, donde he nacido, sobre Robledo de Babia, donde me he casado, y sobre Rabanal de Luna, en el que ejercí como maestro nacional durante veinticinco años. Leído tu libro por los que no son nativos o residentes en nuestros pueblos se darán cuenta de que el verdadero sentido del famoso y universal dicho «estar en Babia» es sinónimo de permanecer en la antesala del paraíso por lo que encierra de belleza, comportamiento con el forastero y afán por la cultura, tan patente por la garantía de que jamás se supo de un analfabeto entre sus habitantes. Sé que tu libro es leído por el noventa por ciento de los babianos para conocer con todo detalle lo que de su propio pueblo no sabía. Me honra ver el escudo que adorna la fachada principal de nuestra casa de Robledo y como signo contrario el dolor de contemplar la Iglesia de Cospedal en ruinas, víctima de la incuria vecinal. Que el Señor te conserve muchos años tu lucidez intelectual para que con ella nos sigas deleitando con libros de tan agradable lectura como el que aquí comento. Alipio Puente Díaz (León). María (Ponferrada; debate en la edición digital).