Sálvese quien pueda

APARTE de gárgolas, desde la Catedral también llueven votos. Así que el Gobierno ha enviado un técnico, algo es algo, para hacer un diagnóstico previo a un estudio que permita hacer un anteproyecto del presupuesto del proyecto que saldrá un día de estos a concurso para poner fin a mil años de ruina. La Junta, que nunca ha dado un duro, promete ahora la tira, si bien sin especificar de cuánto es el cheque. Y, lo que es peor, el Ayuntamiento se dispone a crear una brigadilla especial de obras para trabajos permanentes en el primer y más emblemático monumento leonés. Y eso sí que no. Cualquiera que conozca el funcionamiento de las brigadas municipales estará de acuerdo en que lo mejor es mantenerlas lo más lejos posible de la Catedral. Ni siquiera arreglando el baldosado de la calle Ancha, donde cada vez que colocan una baldosa rompen tres, dos con la piqueta y otra por el ruido. Y, cuando podan los árboles, se necesitan seis operarios para sujetar el tronco a fin de que no huya de pavor, amén del de las tijeras y el capataz que vigila para que no se corte el dedo. El alcalde Amilivia, que es muy cuco, probablemente le habrá dicho al obispo, que, a su vez, hace rogativas para que no llueva, lo de «tranquila su eminencia, que yo pongo la brigada y paga la Junta, eso es lo que ahorramos, usted en el cepillo y yo en nóminas». No puede demostrarse, pero va a misa. Salvemos la Catedral. A la luz de las últimas polémicas sobre edificios vacíos y que se caen a cachos por los años y el mal tiempo cabría aplicar aquí con mayor eficacia la teoría de la ministra Trujillo sobre la vivienda, según la cual los okupas son entre nosotros gente con un estilo de vida alternativo. Tal vez, porque, aparte de alguna pifia, podrían hacer del coro una amena sala de billares. Hay otra solución para salvar la Catedral, que sería cedérsela entera por un euro simbólico a los de Agelco por otros cien años, menos el solar. Total iba a dar lo mismo y no vea usted la revalorización con vistas al todo León. ¿Financiación? Todo seguido hasta llegar a la acera de Botines.