Diario de León

EN EL FILO

La ONU estrena secretario general

Publicado por
INOCENCIO F. ARIAS
León

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TODO llega. Ya no veremos a Koffi Annan de apagafuegos mundial. Cumple diez años en el timón, dos mandatos, y estos días ha jurado el cargo su sucesor, el coreano, menos carismático, Ban Ki-moon. Annan sale con balance positivo, en su discurso de despedida en la Asamblea recibió una clamorosa ovación, aunque tambien hay alguna sombra en su labor como machaconamente repite la derecha de Estados Unidos y curiosamente un puñado de políticos de África de donde procede. Una regla no escrita de la Onu establece una rotación geográfica en la Secretaria General y el turno era ahora de Asia. Esto posibilitó la elección de Ban Ki-moon que competía con otros asiáticos. El coreano no deslumbra por el momento pero tenía sus cualidades, componedor, negociador, cae bien, ex embajador en la Onu, ex presidente de la Asamblea General y, además, había hecho los deberes. Como ministro de Asuntos Exteriores de su país se ha trabajado incesantemente la candidatura y, según muchos observadores, prometido abundantes ayudas coreanas a diversas naciones. Luego, claro está, quedaba lo importante. No caerle mal a ninguno de los cinco países, Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, que siguen conservando el insólito e increíble poder de vetar a un candidato que no les guste. Lograda la bendición de los Grandes en el Consejo, donde dejó rezagados a sus competidores, el voto en la Asamblea era pan comido. La Carta de la ONU otorga un muy reducido poder al secretario general al que define modestamente como principal jefe administrativo. Los vencedores de la II Guerra Mundial, que redactaron la Carta, no preveían un mundo muy agitado, craso error, y, sobre todo, no querían soltar las riendas de la ONU. Querían que los gobiernos, y más especialmente ellos, mandasen. No un ejecutivo. El puesto, con todo, por su enorme visibilidad, aun con un margen de maniobra reducido, posee una considerable estatura moral. Su voz cobra especial importancia cuando nos encontramos en un conflicto divisorio. Cuando Koffi Annan, por ejemplo, manifestó que la intervención en Irak no era ortodoxa o que el mundo no podía cruzarse de brazos ante la barbarie de Kosovo el eco fue enorme. Ban Ki-moon no lo tiene fácil. El mundo sigue alimentando conflictos, Medio Oriente, el clamorosamente ignorado en Europa de Darfur y contenciosos, Irán, Corea del Norte... que se arrastran. En su discurso al jurar ha prometido involucrarse personalmente en varios de ellos («el sufrimiento de la gente de Darfur es simplemente inaceptable») y abordado detalladamente la necesidad de reforma de la ONU. Conocedor del desprestigio de la organización ha afirmado que es hora de tratar de devolverle la confianza perdida por escándalos y mala administración y que él dara ejemplo para elevar elcomportamiento ético de sus funcionarios. Lo que no deja de ser una clara puya a Annan. En su posterior encuentro con la prensa, Ki-moon reveló una debilidad que hace unos años lo habría inhabilitado: su pobre dominio del francés. Carencia que revela, si cabía alguna duda, cuál es la lingua franca absoluta en el mundo internacional, la de Shakespeare.

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