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Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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HE ESPERADO a ver las reacciones políticas antes de comentar la invitación que Zapatero le hizo a Rajoy para verse en La Moncloa. Mis temores se han confirmado: será una reunión sin preparación. Ambos líderes llegan a ese encuentro sin un trabajo previo para desbrozar el camino y preparar unas vías mínimas de acuerdo. En esas condiciones, es muy difícil, casi imposible, que se puedan entender. Aunque el gobierno y la oposición mantienen algunos canales de información, esta cita no es una consecuencia de esos contactos, sino una iniciativa del presidente, que se lanza a hablar como quien lanza una moneda al aire. Con lo cual, las posibilidades se reducen a dos. La primera, que el presidente tenga miedo al fracaso del llamado proceso de paz y busque una salida. La segunda, que intente el apoyo del PP ante una reunión con ETA, que algún día se tendrá que producir. Dado que el proceso está embarrancado, pero no hundido, nos quedamos con la segunda. Y ahí Rajoy mató ayer las débiles esperanzas de entendimiento: ha dicho que «si Zapatero no rompe las relaciones con Batasuna, yo no puedo apoyarle». Estamos, por tanto, en la misma situación de hace meses: el PP es un partido ofendido porque se habla con Batasuna. Se considera engañado por la reunión de Patxi López y Otegi, la llevó a los tribunales, y es mucho pedirle que dé marcha atrás. A la inversa, Zapatero no puede preparar una reunión con ETA y decirle a su brazo político que rompe toda relación, por mucho que se lo exijan Rajoy y los demás líderes del PP. Como decía aquel torero, eso no puede ser y además es imposible. Por desgracia, la banda terrorista y su organización política funcionan coordinadas, defienden los mismos intereses, y no habrá abandono de las armas si Batasuna no consigue algún beneficio político. El que sea. Es así de duro. Así de poco presentable. Si algún lector lo prefiere, así de indecente. Pero en estas negociaciones con el mundo terrorista hace falta penetrar en las cloacas, siempre que se sepa distinguir dónde empiezan los residuos reciclables y dónde los irrecuperables. Ahora bien: Zapatero o sus asesores conocen la disposición del PP. La conocen porque la escuchan todos los días. ¿Es tan insensato el presidente como para arriesgarse a cerrar esa reunión del viernes con un fracaso y la consiguiente división de la opinión ciudadana? Me cuesta trabajo creerlo. Si el presidente se lanza a la renovación del «no» de Rajoy, es que quizá sueñe con un beneficio lateral: demostrarle a ETA-Batasuna que, si no se entienden con él, deben abandonar toda esperanza. Lo único que está claro es que si el gobierno retorna al pacto antiterrorista, como exige el PP, se acabó el proceso de paz.

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