Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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DICHO y hecho: el flamante secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, tomó posesión el lunes y ayer miércoles, temprano, ya estaba en Bagdad acompañado por el jefe de Estado Mayor interarmas, general Meter Pace. «He venido para visitar a las tropas, hablar con los iraquíes y ver de aprender algo», dijo con ese tono llano y sobrio que le ha hecho popular desde que pasó tan cómodamente el interrogatorio senatorial previo a su nombramiento. Gates debe aportar al gobierno Bush, según la definición del presidente, «una perspectiva renovada», y ser la base sobre la que asentar el prometido «cambio de rumbo» que debe ser anunciado a primeros de año bajo la presión del informe bipartidario (Baker-Hamilton) que lo recomendó sin dilación con final previsible en una retirada paulatina de las tropas de combate para el primer trimestre de 2008. El jefe del Pentágono se ha convertido en el hombre fuerte del gobierno y todas las miradas se vuelven hacia él en medio de intensas especulaciones sobre cómo proceder y cuando toma cuerpo la hipótesis de que el presidente parece asumir el envío de más tropas no a Irak, sino «a Bagdad», que no es exactamente lo mismo. Se trataría de pacificar la capital, escenario central del conflicto, arrinconar a las milicias, reforzar al gobierno en un esfuerzo final para erradicar la violencia sectaria y dar el control de la seguridad a los iraquíes. Dicho así, el envío de unos 30.000 soldados más sería temporal y si lo fuera sin la menor duda podría ser respaldado por la oposición demócrata, de creer a su nuevo líder en el Senado, Harry Reid. tarían las bajas propias (que ahora son ya 2.949). En el fondo ha emergido un problema muy agudo: las fuerzas norteamericanas son insuficientes en el esfuerzo global de lucha contra el terrorismo y despliegue mundial al efecto y las que hoy lo llevan a cabo están «estresadas», para repetir la palabra del antiguo secretario de Estado, general Colin Powell, cada día más escéptico con lo que sucede y convencido de que la guerra está perdida.

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