Diario de León

EL MIRADOR

Lo normal funciona mal

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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CUANDO LO NORMAL se hace noticia de portada, puede sospecharse que la normalidad no funciona bien. Tras la reunión de Rodríguez Zapatero y Rajoy, convendría indagar, aunque ya esté indagado, en las razones que hacen tan difícil el diálogo entre ellos y hasta el cruce de un simple saludo cortés. Se trata de los dos líderes que encarnan de momento la alternancia política, y da la sensación de que a ambos, aunque a uno más que otro, la alternancia les impide atender eficazmente al bien común. De la entrevista de hoy en La Moncloa se espera o la constatación de que el Gobierno seguirá sin el apoyo del PP en el complejo asunto del final dialogado del terrorismo o que Rajoy, sin aflojar la resistencia popular, suavizaría las formas de su oposición abriendo un reducido espacio al mutuo entendimiento. Entendimiento sobre el llamado proceso, se entiende. «Juntos somos más fuertes», dijo el titular de Interior para convencer en un esfuerzo de última hora a la plana mayor de Génova 13 de lo que nadie ignora, y es que la unión hace la fuerza. Rajoy no se niega a apoyar a Rodríguez Zapatero en un proceso de cuyo hipotético fracaso el presidente ya se ha hecho responsable, pero expone y exige condiciones. Condiciones que ayer parecían más suavizadas que en anteriores circunstancias, e incluso una de ellas resultaba muy fácil de lograr, la referida al fiscal general del Estado, quien no deberá seguir cambiando de criterio siempre en beneficio de ETA. «Quiero en primer lugar que se nos garantice que Batasuna, que es una organización terrorista, no se pueda presentar a las elecciones si ETA no se disuelve», dijo Rajoy, transmitiendo la teoría general de su partido sobre el proceso, en el que no admite el PP el menor contacto con la izquierda aberzale mientras no condene la violencia como forma de hacer política. Segunda exigencia es que no haya conversaciones políticas con ETA sobre Navarra y sobre autodeterminación. Rodríguez Zapatero podría contestarle hoy que con ETA no se va a hablar de política, pues la banda delega esa cuestión en Batasuna, a la que va obligar a legalizarse a primeros de año, antes de que febrero termine, y de ahí la iracundia de los portavoces aberzales, que se sienten pastoreados a distancia por ETA hacia la ventanilla del Ministerio de Interior. No tiene ZP autoridad para impedir que un partido legal o legalizado se presente a unas elecciones, por lo que Rajoy, muy buen jurista, habría de aceptar la fundada hipótesis de que Batasuna, con su nombre u otro, y con sus estatutos modificados de acuerdo a la Ley de Partidos, concurra en mayo a las elecciones municipales y forales. De todo lo antedicho se deduciría que lo que Rajoy va a exigir a Zapatero ya estaría concedido de antemano por éste. Porque el líder del PP no pide nada que esté fuera de lo aprobado por el Congreso para iniciar con ETA un diálogo sobre su disolución. Bien es verdad que el contacto exploratorio entre intermediarios del Gobierno y ETA, que Pérez Rubalcaba ni desmentía ni confirmaba, porque desmentirlo podría ser un engaño y confirmarlo una obviedad, se celebró mientras persistía esa violencia de menor cuantía que es la kale borroka. Como atenuante puede decirse que un contacto para explorar voluntades no encaja en el proceso del diálogo formal y sustantivo.

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