Diario de León

DESDE LA CORTE

Un tono mucho más moderado

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FERNANDO ONEGA
León

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EL RESULTADO de la reunión Zapatero-Rajoy es como el del chiste: depende de con qué la comparemos. Si la referencia es lo esperado -discrepancia absoluta-, se dulcificaron los tonos: Rajoy no estuvo tan radical en la forma, aunque haya mantenido los puntos de discrepancia. Si la referencia es lo deseado -un acuerdo-, es evidente que no lo hubo. Pero, si somos realistas y nos atenemos a lo que era posible, el encuentro no ha sido el peor, ni mucho menos. Rajoy no dijo esas cosas que le gustan de sentirse engañado o decepcionado. No le exigió a Zapatero el retorno al Pacto por las Libertades. No rompió más lo que estaba roto. Sólo consideró «genérica» la información que le dio el presidente. Estas consideraciones conducen a un balance más positivo del que, francamente, pensaba hacer. Aunque Rajoy haya mantenido todas las discrepancias, se puede afirmar que ha mostrado un tono más moderado del que suele lucir en las sesiones de control y en sus discursos de partido. En cuanto al fondo, sus objeciones son irrefutables: no se puede permitir un partido ilegal en unas elecciones; no se debe incluir en una mesa de partidos a una formación terrorista; no se pueden pactar reformas políticas con una banda armada. Es más discutible, en cambio, la crítica al Fiscal General del Estado. Pero después apareció Fernández de la Vega y dijo prácticamente lo mismo: que no se hace ni se hará nada fuera de la ley. En consecuencia, las premisas que establece Rajoy son «ficticias». ¿Cómo se explica que, partiendo de los mismos principios de legalidad, exista tal discrepancia? Me tesis es que Rajoy representó ayer la contundencia. Busca, y lo dijo, la certidumbre inmediata, como si se pudiera encontrar al comienzo de una negociación. Zapatero representa la ductilidad. Sabe que no podrá salirse del marco legal, pero agota las posibilidades, hasta rozar lo ilícito, pero sin traspasarlo, para no espantar de entrada al interlocutor etarra. Esa es mi visión de las posiciones que se confrontaron en La Moncloa. Un periodista le preguntó al señor Rajoy si le reunión había servido para algo. Rajoy respondió que había servido para que el presidente le informara y él le pudiera dar su opinión. ¿Me creerán ustedes si les digo que yo me conformo? Pues sí: me conformo. Y casi me parece un éxito. El fracaso permanente es que el jefe de la oposición tenga que enterarse por la prensa. Y ese fracaso se busca cuando la relación entre ambos líderes se limita a los discursos de exaltación y reproche. Si el encuentro ha servido, al menos, para cambiar esos comportamientos, valió la pena. Porque aquí no se trata de que Zapatero o Rajoy se rindas. Se trata de que el debate no se base en la falsedad.

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