Diario de León
Publicado por
BERNARDINO C. GONZÁLEZ-HALLER 1397124194
León

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EL DRAMA de la humanidad es que sólo unos pocos saben y pueden y la mayoría no sabe. Los que monopolizan el conocimiento y el poder han establecido el sistema sobre la grosera lógica de las diferencias. Mientras la mayoría esté convencida que el modo en que conocemos el mundo es así y no puede ser de otro modo, no lograremos llegar a un sistema social razonablemente justo. Para salir del estado de impotencia en el que estamos atrapados, la alternativa es el conocimiento. Sólo el conocimiento liberara a la humanidad del drama que padece por diferencias tan groseras. Una sociedad es normal cuando en ella no caben los abusos de unos sobre otros y ofrece a todas las personas la oportunidad de aprender a participar en los valores espirituales y en los beneficios materiales que produce con el trabajo y las ayudas técnicas. Poner fin a los abusos de poder, no es una utopía, es cuestión de conocer quienes son los responsables de reproducir las diferencias y con ellas nuestros problemas. Si aprendemos lo que es vivir en una sociedad normal, eliminaremos a esos listos que nos ofrecen tanto y nos lo quitan casi todo. ¿Aprenderemos a comprender lo que es una sociedad normal? Sí seguimos así, les anticipo que no. Por lo tanto, les invito a aprender a aprender para acabar con los abusones. Para empezar a mejorar, empecemos por no perder el tiempo en ver programas banales, películas violentas y morbosas ni en participar en espectáculos pensados para anular nuestra capacidad reflexiva. Por ejemplo, los actores de los ayuntamientos suelen despilfarrar el dinero en sucesivas actividades innecesarias y nosotros participamos en ellas y además creemos que lo que hace tal concejala o concejal está bien. Pragmatismo, para la élite política y para la que controla los beneficios, es considerar el sistema económico como un maratón: trabajar mucho, para producir más y más barato que el otro. Y para eso, añaden, hay que disponer de mano de obra barata (ellos le llaman salarios competitivos). Además, para completar el pragmatismo, hay que consumir mucho y deprisa. Este pragmatismo que exhiben no puede ser ni más egoísta ni más irracional ni más esclavista, destruye los ecosistemas, contamina, alterar el equilibrio ecológico y empobrecer a la mayoría. Parece fácil la conclusión: sí producimos más para hacer a los ricos más ricos y aumentado las diferencias, estamos haciendo doblemente el idiota. Ante este panorama, la alternativa es ponerse a pensar que el egoísmo que aporta este neoliberalismo no nos conduce hacia donde merecemos estar ya todos. Si aprendemos todo mejorará.

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