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EL REINO DE LA LLUVIA

Sadam tenía que morir

Publicado por
ERNESTO S. POMBO
León

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SADAM tenía que morir. ¿Por qué? Porque quienes tienen capacidad de decidir sentían la necesidad imperiosa de tener que tranquilizar sus agitadas conciencias. Y con Sadam ahorcado lo han conseguido. Ahora sí que pueden decirle al mundo que el dictador fue el culpable de todas las catástrofes ocurridas en Irak, en Oriente Medio y hasta en el norte de Saturno. Y lo dirán, los mismos que abrazan y besan a otros dictadores no menos asesinos, que reverencian a reyes y príncipes odiosos e infames y que evitaron que se procesara al matarife chileno. Sadam tenía que morir. ¿Por qué? Porque quienes no tenemos la capacidad de decidir, que somos los mismos que nos oponemos a la pena de muerte y a la barbarie de la guerra, confirmáramos, por si nos quedaba alguna duda, que con esta decisión se han querido tapar todas las miserias y atrocidades cometidas por el mundo civilizado en los últimos años. Ahora sí, quienes criticamos el horror, tenemos la ratificación de que era necesaria la desaparición del tirano irakí para que nos creamos que todo ha sido una locura y una pesadilla. Este mundo tan civilizado, tan avanzado, tan solidario y de gustos tan refinados que nos ha tocado vivir, se acaba de llevar por delante a un asesino asqueroso, haciendo lo mismo que él haría y a imagen de como lo harían los primeros pobladores del planeta. Con la fórmula más cruel que no es otra que matar. Y tras un juicio-espectáculo cuestionado por organizaciones internacionales de derechos humanos, religiosas y de todo tipo y condición. Pero había que recuperar aquel prehistórico principio de que «quien a hierro mata, a hierro muere» que algunos parecen llevar grabado en el cerebro. Y lo recuperaron. Así que consumado el delirio y lamentando que el «carnicero de Trikrit» no acabara sus días entre barrotes, sólo queda aguardar a que alguien nos explique en qué se diferencia el asesino de Sadam de los asesinos que animaron y decidieron colgarlo de una soga.

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