Que inventemos nosotros

DE ACUERDO: la economía española va como un tiro, dicho sea en lenguaje aldeano. Incluso la inflación, ese fantasma incontrolable, parece embridada, gracias sean dadas al dios negro del petróleo. Pero la pregunta está en el ambiente: todas esas maravillas del crecimiento, el empleo y la convergencia con Europa ¿son sólidas, o un fruto temporal de la inmigración, la especulación urbanística y la fiebre del consumo? ¿Es cierto, como dice e l PP, que ya ha cambiado el ciclo? Son incógnitas que este año se deben aclarar. No hay que inquietarse todavía: los empleadores españoles tienen sitio para un cuarto de millón de extranjeros. La construcción ha saturado el mercado urbano, pero tiene capacidad de destrucción en los paraísos naturales. Y una sociedad acostumbrada a no privarse de nada, aunque sea a crédito, no está dispuesta a la austeridad. El motor puede seguir tirando. El problema inmediato es otro. España tiene que aclarar qué tipo de economía quiere: de producción o de servicios. La tendencia es la segunda, por cómoda y por el factor clima, que convierte a nuestro país en el destino de los jubilados de Europa. El sueño quizá sea hacer de la piel de toro una California llena de vinos, mansiones, campos de golf y reumáticos que buscan la medicina del sol. Es una opción, tan legítima y rentable como cualquier otra. Pero mantenerla como única posibilidad de futuro significaría construir un país donde podría correr el dinero, pero sobre una base dependiente del exterior. ¿Puede sobrevivir hoy un país así, sin tecnología propia y sin entrar de lleno en la sociedad del conocimiento? No. Pues en esa situación estamos: ocupamos el último lugar de los países de la OCDE por número de patentes. El grito de Unamuno «que inventen ellos» es una dramática realidad. La investigación ha sido tradicionalmente un subproducto en las cuentas del Estado y de la mayoría de las empresas. La innovación es una hermosa palabra en las juntas de accionistas. La llegada de las nuevas tecnologías a la España provinciana es desesperadamente lenta. Y gastamos mucho dinero en usar esas tecnologías para el entretenimiento, pero poco para la creación. Rodríguez Zapatero anunció esa prioridad para 2.007. La llevará a la Conferencia de Presidentes del día 11. Que tenga suerte. Las perspectivas de futuro de un país ya no se construyen sobre la riqueza del suelo. Se construyen sobre su capacidad científica. Las barreras sociales ya no se establecen sobre criterios de renta, si no sobre el uso de las tecnologías. O cogemos ese tren -aunque ya vamos con mucho retraso--, o seremos un país de mucha riqueza estadística, pero analfabeto en la economía del conocimiento. Ése sí que es un desafío .