Diario de León

LOS DESAFÍOS DEL 2007

Apasionante combate Zapatero-Rajoy

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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TODOS los desafíos de 2.007 tienen, al final, unos protagonistas: los dirigentes políticos. Y un horizonte: éste es su año decisivo. Aunque la legislatura se agote y las elecciones generales sean en marzo de 2.008, en los próximos meses cuando se juegan todo. Rodríguez Zapatero, su crédito para revalidar el poder. Mariano Rajoy, su credencial para acceder a él. Salvo desgracia sobrevenida (recordemos el 11-M), los votos se ganan este año. Los dos meses de 2.008 sólo servirán para consolidarlos y para repescas de última hora. Como si alguien hubiera puesto el contador a cero para este apasionante período, el punto de partida los sitúa en igualdad de condiciones: empate técnico, según las encuestas. Mientras no conozcamos el impacto del retorno de los dinamiteros de ETA en la intención de voto, ésa es la situación. Zapatero tiene una ventaja, de todas formas: el ejercicio del poder le proporciona mejor valoración personal. Pero tiene un inconveniente: su meteórica caída en el aprecio. Ignoro si se ha detenido. Con mentalidad electoral, a Zapatero quizá le baste con no equivocarse. En ese sentido habría que decirle: menos medidas espectaculares, y más acercamiento a la España real. Menos transformar el Estado, y más pequeñas cosas de sentido común. Y algo de cambio: no entiendo cómo, teniendo un gobierno quemado, con ministros y ministras de baja valoración, se obstina en mantenerlos, como si tratara de batir algún récord de permanencia. Una de dos: o no tiene cantera, o esos señores y señoras son más competentes en los Consejos que ante la opinión pública. Mariano Rajoy, que es un líder intachable tanto en su talante personal como en su discurso, tiene que analizar por qué un hombre de su talla intelectual y política recibe tan baja calificación en las encuestas. En el País Vasco, mínima. Tiene que ser por alguna razón ajena a él. Quizá por el entorno de hombres intransigentes que le rodean. Quizá por la herencia de antipatía que le han dejado Aznar y sus modos políticos. Quizá por esa forma de oposición especializada en el «no» y en ocultar los consensos de forma casi vergonzante. Pero no es normal que un hombre brillante, cuyos discursos agradan, que agrada incluso a quien no coincide con él, sea castigado así en los sondeos. Aclararlo es su principal desafío. De esa forma se perfila la carrera. Con los dos contendientes en pista de salida, sólo un deseo muchas veces repetido: que la pasión por el voto no arruine el poco diálogo previsible. Y sólo dos ruegos. Al PSOE necesitado de conservar el poder, que no se porte de forma alocada. Al PP necesitado de votos, que no siga en la estrategia del miedo. Eso entusiasma a los propios. Pero asusta a los demás.

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