Diario de León

LA TORRE VIGÍA

Cinco dogmas que enturbian un proceso

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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PARA VOLVER a empezar la lucha contra el terror es imprescindible desprenderse de los dogmas que nos ofuscan y dejar que la realidad nos facilite el diagnóstico. Porque si nos instalamos en los lugares comunes, y le cerramos el paso a la realidad, nos puede pasar mil veces lo que ya nos pasó tres. Es un dogma, por ejemplo, que los partidos no pueden discrepar en materia de terrorismo. El PP tiene todo el derecho a reivindicar su profecía sobre el rearme de ETA, y a tratar de que los ciudadanos le den la razón en su cerco político a Zapatero. Y el PSOE tiene el deber de mantener los criterios que lo llevaron al diálogo, y de aceptar que el fallo estrepitoso de su apuesta no se deriva de que fuese radicalmente perversa, sino de haberla gestionado mal y con un enorme complejo de culpa frente al discurso del PP. A lo único que están obligados los partidos es a reconocer y respetar la legitimidad del Gobierno, a no boicotear sus políticas por motivos electorales y a no considerar inmoral la discrepancia. Lo demás es política, y no se gana nada con unificar el discurso antes de que hayan aflorado todos sus matices. El segundo dogma es que las conversaciones fallaron por falta de interlocución. Porque los interlocutores no nacen, sino que se hacen, y el que quiere un Gerry Adams no tiene más camino que fabricarlo. Por eso no está claro que haya que vengarse de ETA en la persona de Otegi. Y el tercer lugar común consiste en convertir el Estado de derecho en la horma de lo moral y en el antídoto que protege a los políticos de sus fracasos. Porque el Estado de derecho -¡no lo confundan con la democracia!- es el resultado del proceso legislativo, y este proceso, voluble como la luna, puede ser trabajado con mucha inteligencia o con aires de chapuza. El cuarto dogma, entre los más peligrosos, es el creer que la intrínseca maldad del terrorismo convierte en buenas todas las políticas que lo combaten. Que la peste sea mala no exime al médico de un juicio sobre su profesionalidad y su acierto. Y que el terrorista sea un asesino tampoco exime al Gobierno del juicio que debemos hacerle por la gestión de nuestra salud cívica y nuestra seguridad ciudadana. El quinto dogma, finalmente, consiste en creer que a base de identificar los grupos armados con los políticos mejoramos las expectativas de éxito. La ampliación del blanco puede mejorar la puntuación, pero no el tiro. Y los medicamentos de amplio espectro siempre tienen más contraindicaciones que los específicos. Si pensamos serena y valientemente, podemos aprender la lección. Pero si nos ponemos nerviosos, y tratamos de salir del avispero dando manotazos, apenas servirá de nada lo que ha sucedido.

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