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Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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PARA la banda terrorista ETA, el gobierno de la nación es un títere al que se puede manejar con acciones intermitentes de agresión, según convenga a sus intereses negociadores. El conjunto de los ciudadanos vascos y españoles son un grupo de seres impresionables a quienes se puede engañar con absurdos pronunciamientos de continuidad de treguas que se pueden interrumpir según su capricho. Las fuerzas políticas democráticas son organizaciones que se dedican a pisotear derechos de Euskal Herría. Los nacionalistas son buenos y malos, «de Imaz» y de otros, según el sentido común que aplican al diagnóstico político. Los muertos en atentado no son responsabilidad de quien pone el explosivo, sino del Estado indolente. Y el presidente del gobierno, un señor que incumple sus compromisos. Ese es el retrato que se desprende del comunicado de ETA que ayer difundió a través de la página web del diario Gara . Un ejemplo de cinismo que supera a todos los anteriores. Una burla cruel a todos los que hemos puesto la mejor voluntad en tender una mano, e impulsar que se tendiera, por creer que estábamos ante una oportunidad histórica de terminar con esa locura. Un escarnio. Una bofetada a la palabra negociación y al sagrado concepto de diálogo. Un escupitajo en la mano que les ofrecía clemencia y reinserción. No hay otros calificativos para quien amenaza como ellos hacen y practican el chantaje resumido en un dilema propio de mafiosos y crimina les: o cesión o terror. O rendición del Estado, o muerte indiscriminada. Ésa, no otra, es la alternativa que ofrecen. Ese comunicado no mata el proceso de paz, porque ya lo había matado el bárbaro atentado de Barajas. Sólo lo entierra. Le echa paladas de tierra, porque supongo que nadie se tomará en serio su afirmación de que «el alto el fuego continúa vigente». Lo único que continúa vigente es que hay una organización dispuesta a hacer estallar sus coches bomba y sus bombas lapa si el gobierno no cumple literalmente lo que exigen con la pistola en la nuca. Y lo único que podemos hacer quienes contemplamos el panorama es trazar la raya de la dignidad. Mantener cualquier esperanza de negociación después de este comunicado la traspasaría. Lo hemos dicho el día del atentado. Después de él, sólo se podrá hablar si se da una condición: la renuncia a las armas; la renuncia expresa y completa. Reconforta escuchar que el ministro del Interior piensa y dice lo mismo. Si esa condición no se da, éste es un país que ayer se acostó con un grito: ya está bien. Ya está bien de escarnios. De chantajes. De abusos de la esperanza de la buena gente. De ilusiones truncadas. De engaños sucesivos. Y de políticos bienintencionados que se dejan embauca r.