CANTO RODADO
Sin tregua
EL RASTRO de sangre de ETA vuelve a acaparar portadas, telediarios y toda la atención política del país. Adiós al paro, a los problemas económicos y a los avances sociales. A los asesinos no les importan las dos vidas que han sumado a la larga lista de víctimas del terrorismo en España. Son «daños colaterales» para intentar ganar una batalla que tienen perdida. No ha lógica en la actuación de los asesinos, sólo arbitrariedad y saña. Nada de eso sorprende. Lo que causa sorpresa y estupor es que la lógica democrática sea desbaratada por falta de sentido común y de decencia política. No es la primera vez que un Gobierno acude a una manifestación para condenar la violencia después de la ruptura de una tregua. En 1998 fue Aznar el que salió a la calle por el mismo motivo, arropado entonces por Joaquín Almunia y los ex presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González. Pero es la primera vez que el principal partido de la oposición no acudirá, en este caso, a respaldar la convocatoria que realiza una asociación de inmigrantes ecuatorianos. Por tanto, a quien da la espalda el PP, en la cara del Gobierno, es a este colectivo y a los que le apoyan con su infraestructura, a saber, dos organizaciones tan legitimadas como los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Teme el PP perder su «sitio» en la lucha antiterrorista por compartir pancarta con el Gobierno y dice su cabeza visible, Mariano Rajoy, que la manifestación genera división. Tremenda reflexión para un aspirante a presidente, que ha hecho de su discurso antiterrorista un pensamiento único y pretendidamente universal y verdadero, con un coro mediático para «revelar» a la población que está guiada por una panda de timoratos. El atentado del 30 de diciembre se llevó dos valiosas vidas, tanto como las demás, y trajo la frustración al país cuando veía la luz al final del túnel. No fue un atentado sólo contra el Gobierno; ETA atentó, como siempre, contra la libertad. Y el PP, que la vindica, no se da por aludido. Qué pena.