PANORAMA
Realidad y deseo
UN INFORME del diario israelí Haaretz revela que durante casi dos años ha habido encuentros secretos entre Siria e Israel que permitieron alcanzar un marco general de acuerdo entre ambos causó una emoción efímera: la que gastamos todos en leer los tres textos al respecto. El periódico es serio como pocos y el autor de la información, Ekiva Alder, uno de los periodistas más solventes de Israel alineado no sólo con la honestidad informativa, sino con los arreglos pactados. Un moderado bien visto por el campo liberal-pacifista. Esos dos hechos daban un principio de credibilidad e interés a la noticia. Pero, bien visto y bien leído el asunto es menor: las personas afectadas carecen de toda representación oficial y el de más peso de ellas, el doctor Alon Liel, antiguo viceministro israelí de Exteriores y ex embajador en Ankara, reconoce que hubo contactos, pero que no se trató de «negociaciones». Si era, como parece, un trabajo de campo a cargo de particulares destinado a desbrozar el camino para eventuales negociaciones oficiales sería un calco del procedimiento iniciado hasta los llamados Acuerdos de Oslo (en el registro palestino-israelí) con el matiz de que en ese caso se trató, inicialmente, de mediadores académicos, profesores de los dos campos que se respetaban y se reunieron¿ hasta que «vendieron» su mercancía a los responsables políticos en cada parte. Tal venta no se ha producido aquí. Y decir, en fin, que el acuerdo-marco, aunque reconoce la soberanía siria sobre el Golán, sigue dejando pendientes las cuestiones clave de la frontera¿ y el agua, el agua milagrosa del mar de Tiberíades. Eso tiene más de marco que de acuerdo¿