EL REINO DE LA LLUVIA
Confucio y Mariano
«SEÑORÍAS. Como decía Confucio, el hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor». Impecable estuvo Mariano. El arranque de su intervención ante el Parlamento en el pleno sobre política antiterrorista fue sencillamente impoluto. Después falló en todo lo demás, qué se le va a hacer, pero el inicio las prometía muy felices y esperanzadoras. Lástima que la continuación no fue la que debía. Porque el líder de la oposición debió de aplicar y aplicarse el dicho de Confucio. No rectificar los errores es un error mayor. Y eso es lo que ha hecho y lo que hace el presidente del Gobierno y eso es lo que ha hecho y lo que hace el jefe de la oposición. Aunque se nieguen a reconocerlo, que para eso son muy suyos, el error tras el error es lo que mejor los define. El error del gran Zapatero es sencillo. Es creerse el Mesías. El que va a salvar este mundo. El que va a llevarnos directamente al paraíso. El error es creerse que todos los demás son lelos y que él puede engatusarlos. El error del presidente es que cree que por mucho insistir sus pretensiones se convierten en realidad. Y porque piensa que con talante, frases empalagosas y actitudes zalameras se gobierna un país. Zapatero ha ido de error en error en muchas de sus políticas. Y sólo en un caso ha tenido la decencia de pedir disculpas por unas desafortunadas palabras. Porque Mariano ni eso. El gran error de Mariano es que se ha hecho a la idea de que vale todo. Que con la misma insolvencia se puede decir que ETA le ha ganado la partida al Estado o que si no hay atentados es porque se ha cedido. El error, no rectificado, es anteponer todos los intereses personales y de partido a los generales del país. El error de Mariano es no entender que no es a él a quien le corresponde ahora la responsabilidad de gobierno. Así que impecable Mariano al recurrir a Confucio. Claro que hubiera sido mejor que tras una severa reflexión hubiera dicho: « Como decía Jean de la Bruyére, no pensar más que en sí mismo y en el presente es, en política, el más inmenso de los errores». Y todos nos hubiéramos quedado más tranquilos.