AQUÍ TE ESPERO
La locura de cada día
EL MÁS difícil todavía, lema del circo, se ha impuesto y cada jornada es habitual encontrarnos algo increible que sucede. Día llegará en que se nos haya agotado el asombro. Pero de este mundo de locos todos tenemos culpa. La noticia saltó el domingo, porque la policía madrileña detuvo esa madrugada a tres niños de 8, 10 y 13 años cuando circulaban por las calles de Coslada en un flamante BMW robado, que conducía el mayor de los tres. Antes los chavales de esa edad se dedicaban a robar bicis o a sustraer radiocassettes de los coches y, como mucho, hacían el puente en algún viejo cacharro, pero como los tiempos han cambiado los aprendices de delincuente no empiezan por abajo, se van directamente a un coche de importación, que farda y también corre más deprisa si te persigue la poli. Lo más curioso del caso es que esos niños al día siguiente estaban en su casa, ya que al tener menos de 14 años no les son imputables sus delitos. Una vez más la vida va por un lado y la ley por otro. Si en las últimas décadas la precocidad se ha impuesto en casi todo, no así en las leyes. Y no es que piense que debe caer todo el peso de la ley sobre las tiernas criaturas que conducen bólidos en lugar de jugar con ellos arrastrándolos por el suelo o con un mando a distancia. Pero está claro que algo falla y si nuestras leyes protegen a los niños de la cárcel también deberían protegerlos de ellos mismos pues la televisión ha creado monstruos en su interior, que no acatan normas ni piensan en los demás. Las medidas educativas tampoco sirven demasiado, porque estos niños no suelen ser de los que no se pierden una clase. Deberemos a costumbrarnos a las locuras igual que ya lo estamos a los grafitis.