Diario de León

DESDE LA CORTE

Los chicos de la gasolina

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FERNANDO ONEGA
León

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LA PROSA DE LOS JUECES es deliciosa. Miren cómo define el delito de los miembros de Jarrai-Haika-Segi condenados ayer: «Integración en asociación ilícita, constitutiva de banda, organización o grupo terrorista». Dicho en nuestro lenguaje ordinario: son unos terroristas. Salvo recurso al Tribunal Constitucional, se cierra así uno de los procesos judiciales más importantes contra el entramado etarra. Uno, insisto, porque queda pendiente alguno tan singular como el de las Herriko Tabernas. La noticia merece algunas consideraciones. La primera es que esta sentencia del Supremo no supone ninguna sorpresa. Es la constatación de lo obvio. ¿Alguien tenía dudas de que esas organizaciones eran terroristas? ¿No hemos hablado siempre de sus acciones como terrorismo callejero? Hace año y medio, la Audiencia Nacional las vio sólo como asociaciones ilícitas, por el mero hecho de que no usaban armas. El Supremo aceptó el argumento elemental: para ser terrorista, no hace falta una pistola. También se provoca el terror y se puede matar con un artefacto incendiario. La segunda se relaciona con el momento político. Una vez más, se demuestra que la Justicia no está en tregua. Los jueces aplican las leyes y no tienen presentes las conversaciones, ni las tensiones políticas, ni son influidos por ese discurso habitual de los «juicios políticos», que tanto repiten los portavoces de Batasuna. La ley es la ley, y los jueces la aplican. Si algún día hay que aplicar la clemencia -«la generosidad», decía José María Aznar Aznar en palabra que hoy repite José Luis Rodríguez Zapatero-, ese día se hablará. Hoy no existe ninguna razón para la indulgencia. La tercera es el papel del Fiscal en este caso. Ha sido la Fiscalía, además de la Asociación Víctimas del Terrorismo, quien ha recurrido la sentencia previa de la Audiencia al Tribunal Supremo. Es justo que se reconozca y se proclame, al menos para combatir esa especie de que el gobierno está usando a esta institución para que los terroristas y sus apoyos gocen de impunidad. Podrá haber habido actuaciones discutibles, no lo niego. Pero no es una norma general. Y la última es qué incidencia tendrá esta sentencia en la actual situación, donde se vuelve a hablar de diálogo y Zapatero inició una senda de entendimiento con los nacionalistas vascos. Será un inconveniente. Oiremos muchas atrocidades de los portavoces de Batasuna. No me extrañaría que consejeros del gobierno vasco como Joseba Azkárraga repitan eso de las «leyes de represión». Pues que lo digan. Ayer quedó claro, legalmente claro, que los «chicos de la gasolina», que decía Arzallus, son tan terroristas como los demás. Y como tales tienen que ser tratados. Y perseguidos. A lo mejor así nos empezamos a entender.

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