Diario de León
Publicado por
FEDERICO FERNÁNDEZ DE BUJÁN
León

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LA PAZ. ¡Tan necesaria y sin embargo, tan escasa! La paz que es un anhelo del hombre es también un bien social. La paz premisa de la felicidad. Reflexionar sobre la paz supone contemplar dos planos superpuestos: la paz personal y la paz social. El hombre necesita estar en paz consigo mismo. Esta paz interior es reflejo de la coherencia de vida. . Esta armonía vital hace que el hombre no viva en zozobra al comprobar el ajuste entre lo que piensa y dice, entre lo que dice y hace. El segundo estadio de la paz es, inevitablemente, social. El hombre no es sólo un ser moral, es también un ser social. Animal político, zoom politikom, como lo definió Aristóteles por desarrollar su vida en la polis, en relación con otros. La desarmonía social impide la paz. Para lograr la paz social el hombre, o los grupos en los que se integra, deben actuar conforme a unos principios convivencia. El mundo antiguo, a través de Grecia y Roma, nos ofrecen las claves. Los juristas romanos señalan los tres preceptos básicos: vivir honestamente, no causar daño a otro y dar a cada uno lo suyo. Los segundos son derivación del primero. La paz en un Estado exige también respetar estas reglas. El tercer precepto podría parecer de difícil concreción. Dar a cada uno lo suyo, es la definición de justicia que ofrece la filosofía griega. Pero es preciso preguntarse, qué es lo suyo. La respuesta nos la ofrece, de nuevo, el derecho romano: Justicia es la perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho. Y será el Derecho como norma, es decir, la ley democrática, la que establezca los derechos de los individuos y de los grupos. Sólo desde la ley en el Estado de Derecho, puede alcanzarse un acuerdo que pretenda la paz. Esa paz que todos anhelamos tanto, será no obstante una trampa o un espejismo si no es una paz justa.

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