Diario de León

EN EL FILO

Tricornios expedientados

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

Creado:

Actualizado:

CUANDO se reúnen tres mil guardias civiles uniformados en una plaza madrileña, la fotografía resulta al mismo tiempo deslumbrante y perturbadora. Sucedió el sábado pasado en la plaza Mayor de Madrid, donde se oyó el grito acompasado de «¡Zapatero, embustero!», y aunque hasta tres días más tarde no hubo la menor reacción de la autoridad militar o política, en las alturas del generalato detectó el Gobierno inquietud por si el asociacionismo de los «civiles» se propagaba al Ejército, al que la Benemérita pertenece. Muchos guardias, unos 3.000, en perfecta sintonía con el reivindicado deseo de verse desmilitarizados, para que sus funciones estrictamente policiales no sigan sometidas a una disciplina castrense, han producido en amplios sectores de la sociedad una sensación de desconcierto. Porque los guardias civiles no se habían reunido por casualidad, como si el azar hubiera tejido tres mil sorprendentes coincidencias, sino porque sus asociaciones se sienten ya capaces de realizar públicamente una demostración de fuerza reivindicativa como la del pasado fin de semana en Madrid. Y a unque el Gobierno, contra el que las reivindicaciones parecían dirigirse, no reaccionó hasta tres días más tarde, al no «constarle» al ministro de Defensa la menor ilegalidad en la concentración, cierta inquietud en los generales ante el peligro de contagio ha movilizado al fin a los ministerios de Defensa e Interior, pues del primero depende la Guardia Civil como cuerpo militarizado, y del segundo como fuerza policial. También en los ejércitos hay asociaciones, y bien organizadas, aunque sus protestas vienen ateniéndose a los cauces estrictamente reglamentarios, lo que no evita que las reivindicaciones, legalmente expuestas, lleguen masivamente al alto mando y a la presidencia del Gobierno. Tanto el Gobierno como el generalato coinciden en que en los ejércitos debe cortarse disciplinariamente y de raíz cualquier conato de expresión pública de quejas o protestas. Y para que pudiera servir de antecedente, se ha encargado a la dirección general de la Policía y la Guardia Civil un informe de sus servicios jurídicos por si hubieran existido conductas ilegales en la masiva concentración del sábado. Durante tres días, los siguientes a la concentración de los tres mil «civiles», el Gobierno hizo como si no hubiera pasado nada, a la espera tal vez de que el asunto se fuera apagando por sí mismo, pero cierto disgusto en los ejércitos por el asunto del reparto de los complementos retributivos haría temer a los mandos la posibilidad de alguna actitud inspirada en el ejemplo de la Benemérita, por lo que en la Guardia Civil van a llover sanciones, aunque lejos del diluvio, como ligera llovizna. Y es que los guardias civiles, en su mayoría, deseaban desde hace al menos tres décadas verse equiparados a la Policía, pero los mandos estrictamente militares, salidos de las Academias, lograban silenciar o contener esa aspiración de los agentes. Al menos hay ya en marcha una iniciativa legal para que los guardias civiles no se vean sometidos a disciplina militar más que cuando desempeñen funciones militares, que no suele ser a menudo. Más allá de eso, que parece bastante, no conseguirán los tricornios protestantes en mucho, mucho tiempo.

tracking