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Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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O SEA que el gobierno de Zapatero puede negociar con miembros de ETA perseguidos por la policía y la Justicia, y el de Ibarretxe no puede ni reunirse con Batasuna. Otra circunstancia extraña: Patxi López, dirigente socialista, puede hablar y hacerse fotos con Otegi y no le pasa nada, e Ibarretxe hace lo mismo, exactamente lo mismo, y mañana tendrá que declarar ante el juez como imputado. Y tercer factor para la incomprensión: el lendakari tiene que explorar qué se piensa en el mundo del terrorismo y, cuando lo hace en cumplimiento de su deber como gobernante, puede estar cometiendo un delito. Sobre esas tres patas de discurso, más la invocación a la dignidad, porque la presidencia del gobierno vasco se ha visto sometida a la «humillación» de pasar por el juzgado, los nacionalistas han montado ayer una manifestación. Detrás de la convocatoria había una copiosa literatura difundida ante todo micrófono que se puso por delante: los jueces tienen aversión a Euskadi; dictan autor que alteran la paz civil, como el que dejó en la cárcel a De Juana; impiden el normal desarrollo de los pasos políticos hacia la convivencia; tratan de limitar el autogobierno; coartaron la autonomía del parlamento autónomo con sus acciones contra Atutxa; interfieren ahora en la iniciativa del lendakari¿ Ante ello, «una sociedad tiene que reaccionar», dijo el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, que pasa por ser el más moderado de los líderes que ha tenido ese partido. Pocas veces se ha visto una presión tan clara sobre la Justicia. Porque hay que decirlo claro: se ha tratado de ejercer una presión, y no una protesta. Esta última podría justificarse: las decisiones de los jueces, aunque se deban acatar, están sujetas a la crítica, y la manifestación (derecho constitucional) es una forma de crítica. La presión, en cambio, supone un intento de condicionar una actuación judicial y de limitar la libertad de los tribunales. Pues bien: todo eso, con ser grave, demagógico e injusto, sería asumible. Este cronista ya mostró su extrañeza por las diferencias señaladas al principio de esta crónica. Lo malo es lo que dijeron algunos discursos. El lema de la manifestación habló de dignidad de las instituciones vascas, como si la Justicia no lo fuera o fuera su violadora. Se ha presentado la figura de Ibarretxe, sólo por ser jefe del gobierno, como un ciudadano no sujeto a responsabilidad, que no tiene por qué someter sus actos a los códigos. Tienen al lendakari como un rey, y no como un gobernante. ¿Se dan cuenta de lo que eso significa? Significa romper con principios de un Estado de Derecho. ¿Y eso qué representa en la práctica? Lamento decirlo, pero representa una mentalidad dictatorial.

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