La huida

HUYO de ellos pero ellos me encuentran. Son sabuesos de vocación, te persiguen y atrapan. Te destruyen. Son los «malosvientos» (todojunto) que soplan en esta España encrespada y crispada. Qué ganarán, me pregunto. Qué ganarán los unos y los otros ante tanta disputa inútil: los partidos de esta España nos hielan el alma. Pero hay más. Están los guardiaciviles (todojunto, también) que se manifiestan para exigir. Y yo digo que cuando los que guardan la civilidad se manifiestan algo pasa. Porque, ¿contra qué se manifiestan? Contra sí mismos: ellos son la propia España. Como España es el gobierno, que también se manifiesta. España es la sonrisa de Penélope Cruz, que es una sonrisa postiza y de chupachups. Acabo de leer en la internet una de estas cosas que la internet difunde correo a correo. Dice: «El viernes, a las siete, los niños del Oratorio representarán la obra Hamlet en el salón de la iglesia parroquial. Se invita a toda la comunidad a tomar parte en esta tragedia». Es un aviso real de una de las tantas parroquias que pululan en esta España de charanga y pandereta. El aviso es una metáfora: nos invitan a tomar parte en esta tragedia. La España que colaboró en la guerra de Bush, que ataca y sigue atacando. La España que no sabe y no contesta cuando el proceso de paz se va al garete y hoy, que en las escuelas celebran el día de la paz, me lo recuerdo y me lo trago con náuseas. Menos mal que nos traducen a Rosalía de Castro al japonés y que el audiovisual patrio, con «De profundis» a la cabeza, sigue el curso de la bonanza. Lo demás es prosa. O silencio, como decía el príncipe Hamlet, a quien representarán proximamente en el salón. Ya saben ustedes, las autoridades nos invitan a tomar parte en esta tragedia. Huyo de ellos pero ellos me encuentran. ¡Ay!