Cerrar
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

Creado:

Actualizado:

«CAUTIVO y desarmado el Estado autonómico, han alcanzado las huestes nacionalistas sus últimos objetivos, deconociéndose de aquí en adelante hacia dónde nos encaminamos...». En cualquier momento, sin ser más agoreros que lo que pide la objetividad del horizonte más cercano, nos va a encajar un «parte» de ese cariz. El sistema autonómico rechina, se asemeja a esos carros chillones (¿queda alguno?) que rompían los silencios de la Cabrera advirtiendo, desde muy lejos, su presencia en los caminos. Los síntomas, cada día más claros y alarmantes, hablan de la inestabilidad de un modelo que en su día quiso trenzarse con equidad y lealtad. Fue un intento audaz e inédito de dar una salida de futuro a este viejo país que Neruda calificó de «asombro de esperanzas» pero que es también la orteguiana España invertebrada y hoy la España al borde de lo incomprensible que parece caminar hacia el desguace. Todo es pura paranoia. Ibarretxe se atreve a hablar de «país de locos» y lo hace en un territorio enajenado donde funcionarios y demás parientes salen a la calle a jalear al jefe de la tribu supuestamente acosado por la justicia; donde se olvida demasiado fácilmente que la auténtica demencia es esa larga y pestilente convivencia con la violencia y la extorsión que todo lo contamina. El nacionalismo vasco dialogador sigue pasando como sobre ascuas por encima de su problema número uno, que es también el de todos, y que, con voluntad, valentía y colaboración decidida (disculpe el lector el derroche de ingenuidad), debió haber atajado hace tiempo. Saltan chispas del sistema, también, cuando, como consecuencia de un proceso estatutario estupefaciente y del tipo «el que más chifle capador», el Estado se muestra incapaz de ponerse serio en algo tan esencial como la unidad, que debería ser intocable, de las cuencas hidrográficas de nuestro país. El espectáculo es en este punto lamentable y las consecuencias de esa irresponsable debilidad las acabaremos pagando tarde o temprano. Y ¿qué podemos esperar al contemplar a un Estado atado de pies y manos incapaz de parar el carro desbocado de la corrupción urbanística porque no hay quien meta mano en la selva de las sacrosantas ordenaciones del territorio de las comunidades autónomas y naciones varias? Incluso la Ley de la Dependencia, uno de los proyectos de más enjundia social del gobierno de Zapatero -que abandera la leonesa Amparo Valcarce-, está a punto de descarrilar al entrar en las vías autonómicas. De ayer mismo: el Consejo Consultivo de la Generalitat catalana (una especie de consejo de Estado en versión autonómica, ¿o hay que decir en versión nacional?) entiende que una veintena de artículos de dicha ley serían inconstitucionales... Difícil mover ficha en este ajedrez. Y ¿acaso no da repelús esta menestra de «lenguas propias» concebidas como señas de identidad más que como asépticos e inapreciables instrumentos de comunicación y de entendimiento? Pero todo podría darse por bueno si se atisbara con cierta claridad hacia dónde caminamos. Eso es lo peor: el horizonte es pura niebla en un territorio-país-nación (?) supuestamente plural pero donde las partes no creen en el todo.

Cargando contenidos...