Mandones y mandados

OTEGUI vuelve a tomar iniciativa pública. Lejos de repudiarlo por ilegal, todos se hacen eco de sus declaraciones. Se arriesga frente a determinados jueces que analizan con lupa sus movimientos por si fueran apología de ETA. Arriesga más, frente al sector duro de ETA; la que puso la bomba en Barajas, la que sostiene que la victoria final depende del terror que presione al Estado y le obligue a negociar soberanía y territorialidad. Otegui viene de ETA. Pertenece a la generación posterior a Jon Idígoras y Landa, inventores de la denominada alternativa KAS. Su autoridad está en su carisma para comunicar y convencer. Su proyección es su historia como parlamentario y actor mediático siempre vestido de negro. Sus contactos con la juventud alegre y combativa y con su amigo Josu Ternera, de un lado del conflicto, así como con Juan José Ibarreche y Eguiguren del otro, la dan caché. No descarto alguna reunión secreta con el propio Rodríguez Zapatero dónde ambos ejercieran dotes seductoras para intercambiar confianza ( el lenguaje corporal y de los ojos es muy similar). Hoy apuesta por una soberanía más dulce. No es el «trágala» tradicional del pueblo elegido y oprimido. Reconoce a las instituciones de autonomía que sus mayores calificaron de traidoras. Acepta la voluntad mayoritaria de los ciudadanos vascos y navarros. ¡Ahí es nada!. Define con claridad un proceso estatutario, que es tanto como descubrir al Estatuto que desdeñaba y acepta su reforma para ubicar Euskadi en el Estado, si bien como paso hacia la construcción nacional. Pero no da el paso de líder integral. Romper definitivamente con la banda ETA y la violencia como instrumento político. De esta manera queda pendiente saber quien manda y quien es el mandado dentro del entramado radical vasco. Esa es la cuestión. Ahí está el conflicto. Incluso, maquiavélicamente, pienso, que Otegui mandón colocaría al PNV en un segundo plano, y con el tiempo, sin ETA, Otegui podría ser el candidato a lendakari del nacionalismo unido. Así que, ni la unidad del nacionalismo, ni la desaparición de ETA, interesan a todos los sectores públicos y privados con parte en el conflicto-negocio de Euskadi. ¿Cuantos se quedarían sin discurso?. ¿Qué sería del papel centralizador en la vida de Euskadi del centenario PNV?. Descubrir que el PNV es de derechas de toda la vida frente a una Batasuna de izquierdas utópica sería un buen experimento sociológico.