PUENTES DE PALABRAS
La política de los «carapatrás»
EL 3 DE JUNIO de 2001 publiqué un cuento titulado «En el País de Carapatrás», que situaba imaginariamente en el País Vasco, y en el que había unos personajes, que denominé los carapatrás , porque caminaban hacia el frente pero con la cara vuelta hacia atrás, revelando con ello un desprecio absoluto por el futuro y un interés solo por el pasado. Aunque los carapatrás del cuento eran los radicales de la izquierda nacionalista vasca, voy a recurrir a esta imagen para explicar gráficamente la actitud de algunos de nuestros políticos. Me refiero al debate político en el que el gobierno responde a la crítica de la oposición, no con las razones en las que fundamenta la opción defendida y que, por lo mismo, ayudan a rebatir las del adversario, sino con un argumento reiterado con mucha frecuencia que puede resumirse así: ustedes hacían lo mismo cuando estaban en el gobierno. Esta forma de responder a las críticas de la oposición, además de empobrecer el debate político, de suponer un cambio inusitado de papeles entre la oposición y el gobierno, y de resultar totalmente ineficaz desde la óptica de la defensa de los intereses de los ciudadanos, encierra un verdadero contrasentido y, lo que todavía es peor, nos ahoga en el pasado y nos impide mirar hacia el futuro. Un ejemplo, permitirá aclarar a lo que me refiero. En esta misma semana, se preguntó a un destacado político del partido en el gobierno si se iba a excarcelar o no al terrorista De Juana Chaos y su respuesta fue que durante el gobierno de Aznar también hubo excarcelaciones de etarras condenados por asesinato. Responder a las críticas del modo indicado es un contrasentido, porque hay que suponer que, en el tiempo en que los papeles estaban cambiados y el gobierno de hoy era entonces oposición, ésta, en cumplimiento escrupuloso de su papel, habría criticado lo que hacía entonces el gobierno. Por tanto, responder desde el gobierno a las críticas de la oposición, diciendo que cuando la oposición estaba en el gobierno hacía lo mismo que ahora critican, sirve como mucho para denunciar una posible incoherencia entre las posturas que se mantienen siendo gobierno y las que se adoptan siendo oposición. Pero la incoherencia, en todo caso, es reprochable a ambos, porque el gobierno de hoy también es incoherente al hacer, siendo gobierno, lo que criticaba cuando era oposición. Convertir el discurso político en un juego de reproches que revela las mutuas incoherencias podrá dejar muy satisfechos a los contendientes, pero desdibuja los papeles del gobierno, que debe dirigir y gestionar los intereses de los ciudadanos, y de la oposición, que debe someter a crítica constructiva la labor del gobierno. Pero con ser negativo y criticable este modo de hacer política, lo peor es la sensación de inmovilismo y de anclaje en el pasado que produce a los ciudadanos. Los ciudadanos tenemos la sensación de que, cuando los políticos se vuelven carapatrás , lejos de dedicarse a resolver los problemas que nos aquejan a diario, se enzarzan en disputas estériles y en descalificaciones, que solo se explican por la cada vez más creciente profesionalización de la política y la consiguiente pérdida de vista de la noble función para la que los hemos elegido. 1397124194