El Polígono 10, contra el ruido
En alusión a una carta de Pedro Álvarez Collar en este periódico el pasado 19 de enero en referencia a los prejubilados mineros, me permito replicar a tal cantidad de barbaridades como tuve que leer en la sección «Crónicas Pésicas», bajo el título «Prejubilados». Muy señor mío, yo como esposa de minero prejubilado no comparto su despreciativa opinión hacia nuestros maridos y me parece que muchas mujeres de mineros prejubilados estarán de acuerdo conmigo en que nuestros maridos por el hecho de estar en casa no se han convertido ni en unos alcohólicos, ni en unos ludópatas ni en unos maltratadores. Muy al contrario nuestra convivencia se ha visto enriquecida por el hecho de poder afrontar juntos todos los avatares de la vida cotidiana, le aseguro que no se convierten en unos vagos y la mayoría invierten muy bien su tiempo en hacer todas aquellas cosas de las que se han visto privados viviendo bajo tierra durante un tercio de su vida y en algunos casos más. ¿Alguna vez ha estado usted en el interior de una mina viendo las condiciones de trabajo de estos hombres? Yo, como esposa de minero tuve la oportunidad de visitar el interior de la mina donde trabajaba mi marido y por esto me permito el lujo de informarle de que sus condiciones de trabajo son bastante penosas. Cuándo desciendes por la jaula al interior del pozo lo primero que piensas es: ¿y si no salgo de aquí? La luz del día, se convierte en un punto lejano que no sabes si vas a volver a ver, la oscuridad allá abajo es total y el frío y la humedad te traspasan hasta el alma. Te guías por lugares estrechos y peligrosos alumbrándote solamente con la lámpara que llevas incorporada al casco. Yo vi hombres irreconocibles con el rostro completamente negro por el polvo agarrados a la pared como arañas picando el carbón que casi les caía encima y soportando un martillo eléctrico que pesa muchos kilos. La esposa de un vigilante a la que acompañé en esta visita les dijo a un grupo de mineros «os merecéis una medalla cada día sólo por el hecho de bajar aquí, ya no necesitáis trabajar para obtenerla». A veces cuando van a comer el bocadillo es la rata la que se ha adelantado con el festín y sólo les ha dejado el pan. Llegados a este punto le pregunto: ¿sería usted capaz de trabajar en estas condiciones? Si es así también tiene la oportunidad de ser un prejubilado de la mina. Créame señor si le digo que la mayoría de las esposas de mineros prejubilados estamos encantadas de que estén en casa porque, ante todo, no tenemos que estar pendientes todos los días de si les va a ocurrir algo o no dentro de la mina. Las prejubilaciones han aportado a nuestros hogares la tranquilidad que nos ha faltado durante la vida laboral de nuestros hombres. Por otro lado me permito recordarle que los prejubilados también los hay en Caja España, Renfe y Telefónica y usted los elude bien por olvido o porque cree que ellos se lo merecen mucho más que los mineros a pesar de ser profesiones de menos riesgo. Un minero prejubilado en la mayoría de los casos es un minero que ha cumplido con creces con su trabajo, un trabajo de los más duros que hay en nuestra sociedad y no se merece que nadie luego los tache de alcohólicos, ludópatas y maltratadores. M.ª Belén Villaverde García (León). El motivo de la presente nota, es dar a conocer el verdadero carácter de la asociación Promonumenta de León. Comienza su actividad esta asociación en el año 1992, con el único fin de limpiar, desbrozar y acondicionar lugares, ruinas de monumentos, etcétera, para hacerlos visitables. Y también para llamar la atención de las administraciones obligadas a su mantenimiento. Por este motivo y para actuar de manera totalmente legal se articularon unos estatutos. En el primer artículo consta que dicha asociación será apolítica, altruista y sin ánimo de lucro; esto se mantuvo hasta el año 2000 en que por distintos motivos cambió de presidente, actualmente Agustín Suárez Alonso. Cuando llega este señor lo encuentra todo hecho, pero llevábamos ocho años dando valor a la asociación. Desde hace un tiempo, este señor emplea el nombre de Promonumenta para distintos eventos políticos que no tienen nada que ver con la asociación. Quiero que quede claro a las instituciones políticas que las opiniones vertidas en los medios de comunicación por este señor son totalmente personales hasta el punto de que implica a la asociación en un grupo de otras sin asamblea previa y de motu propio; actúa sin contar para nada con la asociación; pienso que es una falta de respeto hacia la misma. Isidro Martínez Monje (Socio cofundador de Promonumenta).