Diario de León
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LAS BRUJAS de Macbeth volverán a mezclar pócimas en la podrida marmita de la ambición por un trono. La Cope nos trae el próximo miércoles al Auditorio la versión de Verdi sobre la tragedia shakesperiana, quizá la que exige menos esfuerzos del espectador actual para ser comprendida. Y es que no puede decirse que haya quedado precisamente desfasada la definición que da Macbeth de la vida: « un cuento narrado por un idiota, con gran aparato y que nada significa». Uno, sin ánimo de corregirle a tan conocido medrador y asesino, cree que la existencia es mucho más que eso; por ejemplo, es Verdi y su capacidad para la belleza, tanto en su expresión de felicidad como de pesar. Uno ya está harto de tanto feísmo. El compositor italiano ideó una atmósfera en la que hasta las tramposas profecías de las brujas nos llegan como bellos ecos desde una oscuridad siniestra. Piave se encargó del libreto. La codicia de poder actúa como veneno sobre quien lo siente, hasta destruirlo. Macbeth es el hombre que sacrifica a una profecía diabólica su propia libertad de elegir el bien. Pero aún más magistral es la creación de Lady Macbeth, su esposa, cuya codicia será la antorcha con la que ambos caminen en las tinieblas de su ascensión y caída. Obviamente, es una obra sobre la traición y el remordimiento. El compositor creó una de sus arias más bellas en La luce langue ( La luz se extingue). Asistir en León a una representación de una obra de Shakespeare, aun con el riesgo de que algún moderno de sí mismo la traicione, es un regalo de belleza. Y si además es a través de Verdi, el regalo es doble. Una daga ensangrentada flota en el aire como una conciencia en putrefacción. Y Macbeth, ya cerca su caída: «Apágate, apágate antorcha que sólo brillas un momento». 1397124194

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