De la guerra al guirrio

SOBRECOGEDOR testimonio anteayer, en el Instituto Padre Isla, de Destin Maliyamungu un joven congoleño que hasta hace un año estaba obligado a empuñar las armas y matar. Igual que él, viven ahora doscientos cincuental mil niños en el mundo; a las niñas se las viola, «ellas lo tienen peor», dijo ayer Maliyamungu a un público de jóvenes con edades similares a la suya, diecisiete años. Siento curiosidad por el impacto que hayan causado sus palabras en las mentes de los y las adolescentes que ayer tuvieron la oportunidad de acercarse, sin necesidad de Internet, a uno de los problemas más graves del planeta. Las guerras en todas sus dimensiones e implicaciones. La guerra y el resultado del odio en primera persona. Sin duda, habrá sido una lección muy especial en su vida de estudiantes. Lo que no veo tan claro es el aprovechamiento pedagógico y vital de la espectacular exhibición del GRS en el colegio rural agrupado de Villacedré, que hemos tenido ocasión de contemplar a través de su efecto mediático. Particularmente, me preocupa que niñas y niños de muy corta edad, desde los tres hasta los 12 años, no sólo fueran expuestos a un alarde de fuerza y destreza policial, con medios antibacteriológicos, sino que también tuvieran ocasión de empuñar o tocar las armas como si tal cosa. Es de suponer que estaban descargadas para la ocasión; la irresponsabilidad radica en que confunde las mentes infantiles. ¿Y si un día se topan con un arma cargada y creen que no lo está? Los GRS cumplen una misión importante, que para eso son un servicio público. Hasta ahí, de acuerdo. Pero el objetivo pedagógico o vital de la exhibición en plan Desafío total no lo veo por ninguna parte. Que me iluminen. Pero es carnaval y prefiero la imagen y el espíritu del guirrio de Llamas de la Ribera que anteayer alborotó las aulas del colegio La Palomera de León. Hubo investigación, taller de máscaras y exhibición con auténtica indumentaria cedida por el pueblo. Y lo hicieron en la clase de los peques. Enhorabuena.