La conspiración no se rinde

FUE UN MAL día, el segundo de la vista oral del 11-M, para los teóricos de la conspiración. Los medios informativos habitualmente subyugados por las tesis del PP vienen obsequiando a ese partido desde hace casi tres años con fabulaciones y enredos sobre una autoría intelectual que habría puesto a los autores materiales de la matanza de Atocha al servicio de intereses políticos ajenos al islamismo. En otras palabras, se ha pretendido que ETA estuviera de algún modo detrás de la cadena de atentados que se cobró 191 muertos. Pero asegura Hassan El Haski, uno de los llamados autores intelectuales, que la relación de ETA en el caso es «de película ficción» y «totalmente incierta». A El Haski le descubrió e incautó la policía un bote de ácido bórico, pero eso no lleva a ningún sitio. La Justicia española ha demostrado tanta rapidez como eficacia sumarial para abrir el juicio del 11-M a menos de tres años de la fecha de autos, por usar terminología procesal. Pero no va a ser un juicio fácil, y no sólo por la complejidad del terrorismo islamista sino muy especialmente por las fantasiosas teorías que se han venido articulando, en la órbita mediática del PP, sobre una supuesta conspiración que manejaba los hilos de un vuelco electoral. La derrota en las urnas de Rajoy el infausto, para él, 14-M, siendo José María Aznar presidente del Gobierno con el mismo poder del que había gozado desde el principio de la legislatura -y Ángel Acebes, ministro de Interior, al frente de todas las terminales informativas de las policías nacionales-, no ha sido realmente asumida por la actual dirección del PP. Esa fuerza residual del equipo derrotado en las pasadas elecciones sería lo que desde hace casi tres años lleva enrareciendo/crispando el ambiente político y sembrando confusión sobre el sumario del 11-M, del que algún alto cargo del PP ha sugerido en alguna ocasión que podría ser anulado por, digamos, las fabulaciones de los medios de comunicación más perniciosamente imaginativos. Se trata en este juicio de hacer justicia, obviamente, pero también de que la verdad de los hechos juzgados elimine o disipe las fabulaciones y patrañas que intentaban oscurecerlos. El más interesado en que la conspiración se abra paso en el juicio tal vez sea el anterior equipo del PP, el que flanquea visible e invisiblemente al ex presidente Aznar, pues nada menos que Miguel Ángel Rodríguez, al que Aznar nombró portavoz de su primer Gobierno, y al que debería eficacísimos consejos sobre audacia verbal más allá de ciertos límites, dijo que «España no sólo tiene que saber quién puso las bombas sino qué grupo terrorista puso a Zapatero en La Moncloa». La teoría conspirativa no decaerá hasta que el PP, todo el PP, reconozca que a ZP le ha instalado en La Moncloa el electorado español.