...y la fría objetividad de la ley
¿Y A QUIÉN puede extrañar que cuando hay que perseguir a delincuentes, los encargados de hacerlo utilicen sus particulares órdenes subjetivos de prioridad, siempre que a la larga se imponga la fría objetividad de la ley? Este estado de cosas incomoda, y es fácil de entender la razón, a los partidos damnificados por semejante práctica. Pero no perjudica a la colectividad, a los ciudadanos de la calle en general, desde el ámbito personal al colectivo, sino al contrario: lo realmente importante es que todos quienes tienen la tentación de corromperse, sean de un color o de otro, sepan que antes o después vendrá el adversario a pedirles cuentas. Y ello, si los afines no han sido capaces de tomar la iniciativa, que sería lo verdaderamente deseable.