Radio Gobierno

HAY GENTE a la que no le basta alcanzar el poder y ejercerlo a su antojo: necesitan, además, que les bailen el agua y les barbilleen sin descanso, que les den vivas y hurras, que les aplaudan incluso los más evidentes fracasos. Si no, se sienten mal, se sienten incomprendidos, injustamente tratados por los medios de comunicación a los que nadie vota -se equivocan- y que trabajan siempre movidos por oscuras tramas ciáticas (de la CIA). Total, que si les critican, agarran el camino del medio (nunca mejor dicho): cierran la prensa libre o le hacen la vida imposible y montan su propio chiringuito o utilizan los del Estado para «acelerar el socialismo», como dijo anteayer Chávez, al arrancar su programa de radio diario, con el que alegrará las tardes de los venezolanos. Salvo los jueves, porque ese día Aló, presidente se emitirá por televisión. Cuando ya parecía que, al menos, se había conseguido liberar la parrilla del domingo -Aló, presidente, duraba entre cinco y siete horas los domingos-, dice que, tranquilos, que los sábados y domingos también habrá sorpresas. Por lo visto, apenas le queda una duda: su hija no le cree capaz de hablar sólo hora y media. El ministro de comunicación, por su parte, anda asustado con el trabajo extra que le supondrá la producción diaria de un programa de esas características. Pero anuncia que marcará la agenda de la discusión política: «El programa será tan noticioso como los telediarios estelares y tendrá el récord de primicias en cada edición». Por falta de material confidencial y buenas fuentes en el gobierno no quedará... En esto Chávez mejora mucho a Fidel, el otro gran verborreico. Pueden parecer payasos, vistos desde aquí. Quizá incluso lo sean. Pero, aunque ambos juegan sucio, por lo menos no se tapan ni disimulan.