Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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EL VINO alegra el corazón, si se exceptúa el hoy entristecido de la ministra de Sanidad, Elena Salgado, ante el fracaso de su proyecto de ley orientada a impedir el consumo de alcohol por los menores. Si la ley anti-tabaco se abrió camino parlamentario salvando la oposición de los fumadores más adictos, el vino no se ha dejado incluir en una norma que pretendía reducir, muy moderadamente, su comercialización en lugares que pudieran ser concurridos por niños y adolescentes, entre otras restricciones en compañía de bebidas más fuertes, y hasta de menor gradación, como la sidra o la cerveza. Vinateros, bodegueros y otras ramas de la producción vitivinícola, más el apoyo disuasorio de las asociaciones agrarias, con sus tractores amenazando con salir a las carreteras, han ganado el pulso de la ministra, a la que apoyan muchos profesionales sanitarios y padres angustiados por la prematura relación entre el alcohol y sus hijos. También se han puesto en contra del proyecto de ley comunidades autónomas como Extremadura y Castilla-La Mancha, de claro signo socialista, lo que en estas vísperas electorales ha encendido en La Moncloa suficientes señales de alarma para que el presidente Zapatero ordenara a la ministra guardar el asunto en un cajón. La ministra se ha apenado, pero no ha dimitido, aunque habría de saber que vuela con un ala quebrada porque su gran iniciativa, reducir el consumo de alcohol, y obviamente de vino, por los menores no ha llegado ni a la pista de lanzamiento, mientras que el tabaco empieza a ensanchar lentamente su espacio autorizado por las actitudes liberales de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y de algunos policías para quienes fumar, incluso en sitios prohibidos, nunca fue delito. Al mismo Rajoy le ha parecido un «disparate colosal» que el vino se viera incluido en la lista de bebidas que se intentan mantener muy alejadas de los menores, lo que ya aventuraba una confrontación electoral sobre el asunto que Zapatero ha cortado de modo fulminante. Y habría hecho bien el presidente, al menos en este momento, pues tiene enfrente nada menos que una tradición cultural unida a un hábito gastronómico, unos intereses económicos en espiral ascendente y, como honor del sector vitivinícola, el incontestable aumento en la calidad de los caldos españoles. Espera la ministra que el tiempo le dé la razón, y que los profesionales sanitarios logren persuadir a todo el mundo del peligro del alcohol, y del vino, para el desarrollo cerebral de los menores. Hay encuestas que fijan en los trece años el momento en que un alto porcentaje de niños empieza a consumir alcohol. Basta ese dato para sostener que una ley, arranque de un proyecto nuevo o del ahora arrinconado, establezca un cinturón sanitario de seguridad entre el alcohol y los menores.

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