CANTO RODADO
La pataleta
LA reacción empresarial frente al permiso de paternidad de quince días que se implantará con la Ley de Igualdad indica que se trata de una medida de gran calado, aunque su carácter voluntario puede mermar mucho la eficacia que se busca en equilibrar la conciliación de la vida familiar y laboral. El empresariado leonés ha querido devaluar esta acción positiva hacia los hombres (y hacia las familias) recurriendo al socorrido reduccionismo económico y levantando la voz de alarma por el supuesto alto coste de la medida y los presuntos descalabros en la productividad de sus fábricas, comercios y oficinas. Se les empiezan a rasgar seriamente las vestiduras del sistema patriarcal y, de paso, el chollo de contratar a mujeres en precarias condiciones, temporalmente y con salarios inferiores a los de los hombres. Tal es el panorama laboral del género femenino en la provincia, aparte de la escandalosa cifra de paradas. Quieren convertir el permiso o licencia de paternidad en sinónimo de vacaciones de lujo, cuando en realidad el objetivo de la medida es que los padres se responsabilicen de manera efectiva de las labores de crianza. O sea, de vacaciones, nada. Ya es hora de que el verbo conciliar se conjugue en masculino y femenino y que, por tanto, la maternidad deje de ser un obstáculo para las mujeres en la esfera pública. Puestos a hablar de costes, una sociedad moderna y honesta tiene que empezar a hablar claro de los costes que supone el cuidado de las personas a lo largo de su vida: como lactantes, niños y niñas, jóvenes, esposos que llegan a casa y cenan a plato puesto, personas mayores que ya no pueden valerse por sí mismas y personas con discapacidad. ¿Algún premio Nobel matemático puede calcular cuánto dinero han costado estos trabajos a lo largo de la historia y a quién habría que reintegrarlo? Con todo lo que las mujeres se ven obligadas a regalar a este sistema económico, no es de recibo tal pataleta por unas migajas, señores.