Diario de León

TRIBUNA

León y la reforma del Estatuto

Publicado por
MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ
León

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Hace unos días la periodista Nuria González publicó en el Diario de León un interesante artículo sobre la aprobación del nuevo estatuto de Castilla y León en el que entrevistaba a alguno de nuestros principales responsables políticos. De él se pueden extraer las siguientes declaraciones de Ángel Villalba: «El secretario regional del PSOE en Castilla y León, Ángel Villalba, aseguró que en la reforma se reconoce que esta comunidad es «birregional». Así, recalcó que «se ha tenido un cuidado exquisito en todo el texto para no mencionar el término región porque implícitamente reconocemos que somos una comunidad birregional, con dos territorios diferenciados'». Dejó claro que este texto «destierra la idea de que somos una única región», aunque aclaró que algo bien distinto es que reconocerle explícitamente implicaría colisionar con la Constitución. Añadió que «somos dos territorios históricos que hemos ido de la mano y que hemos decidido hace años que tenemos que caminar juntos», argumentó. Respecto a los argumentos esgrimidos por la UPL, dejó claro que, en su opinión, supondrían retroceder más de 20 años. «Con este estatuto seremos iguales a cualquier otra comunidad y superaremos la brecha inicial que creamos nosotros mismos». Es decir, en él se reconoce que «Castilla y León» son, como evidencia su propia denominación, dos regiones, pero que esta circunstancia no se ha podido plasmar explícitamente en el texto estatutario ya que supondría una contradicción con la Constitución Española, concretamente con su artículo 2: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas». Si la creación de esta comunidad autónoma no se ajusta a lo establecido en la Constitución ya que ésta sólo reconoce el derecho a la autonomía a las regiones españolas y «Castilla y León» no es una región, sino dos; si ésta comunidad autónoma está trayendo consigo el desamparo y desprotección, cuando no la destrucción consciente del patrimonio histórico, cultural y artístico leonés (véase, por ejemplo, la manipulación de la Historia en los libros de texto de la Educación Secundaria); si esta comunidad autónoma está trayendo consigo un progresivo retroceso económico privándonos de la capacidad de representación que en derecho nos corresponde, de gestionar nuestros recursos; si esta comunidad autónoma ni siquiera invierte en León lo que corresponde de acuerdo a su peso poblacional, ya como provincia (20%) o región (42%), o es desatendida, cuando no agraviada, en su desarrollo industrial o de sus infraestructuras; si ni los leoneses, ni las instituciones leonesas, ni sus representantes políticos querían la unión de León con Castilla (los representantes políticos leoneses fueron obligados a favor de la incorporación de León al ente «castellano-leonés» en un proceso muy irregular que duró tan sólo diez días, decisión de la que más tarde se retractaron, como también lo hicieron las principales instituciones leonesas como la Diputación o los ayuntamientos de Ponferrada y León)... entonces ¿cómo se puede considerar un «retroceso de 20 años» enmendar un error tan obvio? Retroceso es continuar con esta configuración autónoma anómala, inconstitucional, que tanto perjuicio nos está produciendo. Progreso es que todas las regiones españolas disfruten de su respectiva autonomía. Sólo entonces, sí que podremos considerar que el proceso autonómico ha finalizado. Francisco Tomás y Valiente, que fue catedrático de Historia del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente del Tribunal Constitucional entre 1986 y 1992, afirmó en el prólogo de El Antiguo Reino de León de Anselmo Carretero Jiménez lo siguuiente: «El error no estriba en la diferenciación entre nacionalidades y regiones, porque esta diferencia es preconstitucional y hunde sus raíces en la historia, sino en la configuración regional del mapa de las comunidades. En más de un caso, y desde luego en el de León y Castilla, su composición (no quiero hablar de fronteras) se discutió, porque era discutible con la mano en la historia, y no siempre se acertó. Mitos, embrollos, secuestros y olvidos puede que tuvieran ahí su nido. Pero también intereses partidarios, caciquismos locales y provinciales, equilibrios electorales y repartos de zonas de influencia, fueron claves de un presente político apresurado y frívolo en ocasiones. Es muy posible, por lo que a León (reino leonés, país leonés) se refiere, que su inserción en la actual comunidad fuera un error y no sólo acaso por razones historicistas; (...) depende ciertamente de los leoneses, como finalmente escribe Anselmo Carretero, que quieran o no su autogobierno, su autonomía».

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