Como el Far West

EL AYUNTAMIENTO no termina de sacar adelante la Ordenanza sobre protección de la convivencia ciudadana y prevención de las conductas antisociales, que así se llama esa norma que regulará la vida de los vecinos siempre que entre en colisión con los derechos de otros ciudadanos. Pedía el pasado martes su aplicación implacable contra los garabateadores de fachadas, que creo que han conseguido un consenso en su contra como nunca antes tuvo nadie. Y es que muy pocos vecinos se libran de tener su casa o su negocio manchados por una firma de grueso rotulador negro. Pero no es sólo eso. En la mañana del domingo, paseando por la calle Ancha, comprobé los desmanes que pocas horas antes habían cometido algunos de esos que salen a beber por la noche y no disfrutan si no demuestran su fuerza o su atrevimiento para destrozar algo que es de todos. Las jardineras redondas que hay cada pocos metros eran un vertedero de botellas y papeles, pero lo peor es que muchas de ellas tenían los arbustos arrancados. La imagen de papeleras rotas y señales de tráfico derribadas contribuye a hacer creer a quien lo vea que esto es como en el Far West y que León es también una ciudad sin ley. Por eso debe concluirse la normativa y fijar duras sanciones y restitución de daños si no queremos que un ayuntamiento endeudado tenga todo manga por hombro porque no llega el dinero para adecentar las calles después del paso de los vándalos. Ahora, al menos, la brigada de limpieza deja el centro como los chorros del oro en la mañana dominical, al recoger botellas, vasos enormes y todo tipo de papeles y bolsas, pero parques, jardines y mobiliario urbano siguen siendo destrozados impunemente.