Diario de León
Publicado por
FEDERICO FERNÁNDEZ DE BUJÁN
León

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NUNCA como en el tiempo actual el deporte profesional ha tendido tanta presencia y relevancia social. Su práctica, en algunas especialidades, llega a ser un fenómeno de masas de tal naturaleza, que condiciona los hábitos de comportamiento social. El hecho de que un equipo o un deportista de una determinada capital, alcance un triunfo deportivo moviliza, y llegar a arrebatar anímicamente, a decenas de miles personas, que festejan con apasionada vehemencia el evento. Las estrellas del deporte influyen así, especialmente, en la conducta de los jóvenes, siendo sus modelos a imitar. Conscientes de ello, las marcas comerciales los contratan para su publicidad, por sumas astronómicas de dinero. Esta radical transformación se ha operado en los últimos veinte años. Uno de los defectos del panorama actual es la falta de autocrítica. Los ídolos deportivos pretenden, a veces, ser casi intocables. Un reciente estudio sociológico afirma que de cada 60.000 niños que frecuentan una escuela de fútbol, sólo uno llegará a estrella. Por ello, entiendo que se hace necesario, con carácter general, desvincular la práctica deportiva de una expectativa de futuro profesional. El deporte es un magnífico instrumento educativo. Los «Colleges» británicos han sido ejemplos paradigmáticos de esta concepción. La formación del alumno contenía una importante actividad deportiva en la que se educaba en valores tales como: autoexigencia, superación de los límites personales, sacrificio, camaradería. Los poderes públicos deberían fomentar y costear con cargo al presupuesto la cultural del deporte, ya que éste tiene no sólo una evidente proyección educativa sino también sanitaria. Su promoción evitaría en los jóvenes tantos comportamientos -alcohol, drogas, tabaco, excesos nocturnos, etcétera-, que son incompatibles con una práctica deportiva disciplinada ya regular. Padres, hijos y sociedad, saldríamos ganando.

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