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LA VELETA

Sociedad vengativa, presidente magnánimo

Publicado por
ROBERTO BLANCO VALDÉS
León

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ESE HA SIDO el diseño del Gobierno para tratar de vender la infame decisión de acceder al chantaje de De Juana: que, frente a una sociedad vengativa, hay en España un presidente magnánimo, capaz de asumir lo que los pobres gobernados no podemos entender. Por supuesto que los portavoces de Rodríguez Zapatero -inicialmente escondido, como siempre- añadían de inmediato que ellos comprenden nuestra (primitiva) indignación, pero que su obligación es cumplir la ley y atender los motivos humanitarios que desprecia un país deseoso, según ellos, de tomarse la revancha. Solo faltaba lo que ayer proclamó el presidente, tan tranquilo, para justificar su decisión: que no quería ni un muerto más por terrorismo. Es decir, que De Juana, de fallecer, ¡hubiera sido una víctima también!. No sé si es peor el paternalismo o el cinismo, pero, en todo caso, rechacemos el engaño. Todo es una burda patraña para incautos. Aplicar a De Juana la prisión atenuada puede que esté dentro de la ley -siempre que la ley se retuerza para interpretarla del modo más favorable al criminal-, pero esa era sólo una de las opciones del Gobierno. La cuestión esencial no es la de si aquel podía hacer lo que ha hecho finalmente sino la si debía hacerlo y la de si lo hubiera hecho de no mediar el chantaje del terror. Zapatero y Rubalcaba han venido a responder a esas cuestiones echando mano de la magnanimidad del Gobierno, las razones humanitarias frente a un preso a punto de morir y la generosidad del Estado para no ceder a los bajos impulsos de la sociedad. Pero no hay tal. Ni hay razones humanitarias, porque el preso supuestamente a punto de morir ha llegado a estar en esa presumible situación como consecuencia de una huelga de hambre libremente realizada con la finalidad de obtener lo que de ningún otro modo se le hubiera concedido. Ni hay magnanimidad del Gobierno, sino pura y simple cesión a ese chantaje inaceptable. Ni hay, en fin, otra generosidad que la del propio Gobierno con una banda terrorista con la que, pese al atentado de Barajas, no ha renunciado a continuar negociando de inmediato. Ese es el objetivo y no la vida de De Juana. Con su decisión el Gobierno ha ofendido gravemente a las víctimas de ETA, ha beneficiado a un penado que no se merecía lo que injustamente se le ha dado de regalo y ha aceptado un chantaje de imprevisibles consecuencias. Sólo faltaría que encima de todo ello los españoles aceptáramos ese cuento chino de que, por exigir justicia, somos vengativos, y de que es magnánimo un presidente que está dispuesto a llevarse por delante lo que sea con tal de salirse con la suya.

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