EL REINO DE LA LLUVIA
¿A dónde nos llevan?
¿A DÓNDE quieren llegar? ¿Son conscientes de lo que están haciendo? ¿Saben lo difícil que es apagar un incendio después de iniciado? ¿Y saben que los ciudadanos de bien, es decir la práctica mayoría, están ya hasta donde usted se imagina de tanta acusación, tanto despropósito, tanta irresponsabilidad y tanta falsedad? La sesión de ayer del Senado ha sido la última prueba de que este pelotón de torpes se está tomando el país a pitorreo. Porque a estas alturas ni es necesario, como hizo el presidente Zapatero, hacer balance de los gobiernos del asesor de Murdoch, ni tampoco, como expresó Pío Escudero, tratar de convencernos que el Estado se ha rendido a ETA. El que más y el que menos tiene su opinión hecha y sabe perfectamente lo que ocurrió, lo que ocurre y lo que puede ocurrir. Sí es cierto que estamos ante la oposición más brutal e imprudente de cuantas recordamos en esta España democrática. Una oposición que está creando situaciones de alto riesgo y que por no evitar no evita ni compartir pancarta y bandera con Sáenz de Ynestrillas, ni con los que corean «Zapatero, terrorista». Pero no lo es menos, que el Gobierno, con esa actitud empalagosa y mojigata no ha sabido atajar los problemas con el suficiente carácter, ha vivido a expensas de lo que le dijeran desde la otra acera y se ha metido en berenjenales en los que no tenía que haber entrado. Y la irresponsabilidad de unos y la pusilanimidad de los otros nos han traído hasta este fangal. Por eso no tienen que explicarnos lo que hicieron los anteriores o lo que no hacen ellos. Lo que tienen es que decirnos a dónde nos quieren llevar. No sé muy bien quién, pero alguien dijo que los que van muy deprisa y no saben a donde van, suelen acabar en cualquier sitio. Que es lo que nos puede pasar. Porque estos tipos no saben a donde van.