DESDE LA CORTE
Hasta Batasuna los reprende
LO MEJOR del enloquecido choque entre los grandes partidos lo ha dicho el diputado catalán Durán Lleida. Sólo dos palabras: «Basta ya». Da vergüenza decirlo, pero el eslogan que ha servido para expresar la protesta social contra el terrorismo vale ahora para frenar a quienes debieran tener como objetivo común buscar el final del terrorismo: nada menos que los partidos Popular y Socialista. Cómo estará el ambiente, que se ha producido lo más insólito, inaudito, increíble e inimaginable: un tipo como Joseba Permach, cabecilla de una organización ilegal llamada Batasuna, se siente en la obligación de llamarlos al orden y decir que ambas fuerzas políticas ofrecen «un espectáculo bochornoso». Estamos, por tanto, en el momento de la saturación. Los dos partidos ya se han dicho de todo. Zapatero le pasó a Rajoy por la cara las cesiones que el PP le ha hecho a De Juana Chaos y a la banda armada. Rajoy le contestó llamándole «hooligan». Antes se acusaron mutuamente de falta de lealtad constitucional. Y consiguieron un efecto perverso: trasladar a la sociedad sus frustraciones y juegos de intereses. Esto último es lo más preocupante, porque hasta ahora los encontronazos se producían en la cúspide, y el ciudadano contemplaba las agresiones con un lejano «son cosas de políticos». Ahora, la agresividad aparece ya en el cuerpo social. Se nota en las actitudes personales y en las conversaciones privadas. Se enciende una luz de peligro. En este sentido, el debate entre los señores García Escudero y Rodríguez Zapatero en el Senado sólo sirvió para esto: para que el presidente diera a conocer sus argumentos y defensas ante unos escaños del PP que, como dijo el presidente de la Cámara, no querían escuchar. Escudero soltó toda la artillería verbal de la humillación, la cesión al chantaje y demás munición del discurso popular. Zapatero respondió como se esperaba: envuelto en la bandera de la legalidad, y con ese recurso habitual de decirle al PP que con Aznar las puertas de salida de las cárceles también fueron un coladero, y casi habría que indemnizar al criminal que ha cumplido su condena. Por lo visto, se tardó mucho más en cazar a los asesinos que en ponerlos en libertad. Da igual que mandara el durísimo Aznar que el buenazo de Zapatero. Lo que ignoro es cómo se frena esta carrera hacia el despropósito. La necesidad es tal, que el propio Zapatero pide que termine la separación entre los dos partidos, y Rajoy reclama un debate sereno. Y lo dicen tan serios. Pretenden que los creamos. Pero uno mantiene la manifestación del sábado para dar unos cuantos pancartazos en el lomo del gobierno, y el otro sigue indagando en los archivos para ponerle el ventilador a la oposición.