Diario de León
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Necesidad de la clase de Religión El tema tan actual de la clase de Religión me trae a la memoria la carta que Jean Jaurés, socialista apartado de todo sectarismo, «el más grande de los hombres de la Tercera República francesa», escribiera a su hijo cuando le pidió que lo eximiera de las clases de Religión. Los razonamientos del fundador del periódico L'Humanité y diputado del Partido Obrero francés, la mayor parte de los profesores de Letras los compartimos: «(...) ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? (...) Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer a todos los grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones?(...) Hay que confesar que la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras (...) Te sorprenderá esta carta, hijo mío, pero es preciso que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación». Josefa Romo ( Valladolid). La Diputación y la tasa de los residuos La Diputación Provincial de León nos castiga a los ciudadanos leoneses con una tasa por, según ellos, la gestión que realizan con nuestros residuos urbanos que no fisiológicos. Esta exacción nos llega a los ciudadanos capitalinos, según se comprueba, con dos años de retraso, y es que, como todos sabemos, la diligencia de la «Dipu» es escasa hasta para cobrar. Confíemos que nuestros resíduos los gestionen mejor que nuestro dinero, ya que en caso contrario, estos incómodos desechos inundarían las bellas avenidas de nuestra capital. Hablándome un amigo de esta curiosa institución, recordaba que los políticos a ella adscritos, suelen ser los concejales rurales, que se portan bien dentro de su partido respectivo, y reciben este no desdeñable premio: el acta de diputado, que viene a ser (si es del equipo de gobierno) como una especie de patente de corso para gastar dinero. Insistía mi amigo que en el caso de esta «casa», se la puede definir perfectamente con una parafrásis de Churchill: nunca tanto (dinero), hizo tan poco por tantos (contribuyentes). Estoy convencido de que los asesores de empresas de nuestra provincia, utilizan a la Diputación como ejemplo antitético de lo que debe ser una organización empresarial: mucho personal en determinadas secciones, falta de él en otras; puestos sobresaturados y otros escasos; promociones por cualquier cosa excepto por competencia profesional; las compras de todo tipo de productos están en manos de indivíduos no especializados en ello (no existe un jefe de compras global), etcétera etcétera. Las diputaciones, como instituciones indirectas en su formación de poder, también lo son en su gestión e impunidad. El día que se analice con rigor, lo enormemente oneroso de su devenir como ente público, conoceremos nuevos aspectos de las debilidades humanas. Termino recordando que, en nuestro flamante Estado de las Autonomías, estas instituciones provinciales no tienen razón de ser. Al día de hoy únicamente sirven como «colocación» de políticos de medio pelo; es el motivo y causa fundamental de que no hayan desaparecido ya. Javier-Fernando Hernández Sánchez ( León). Marta (San Andrés del Rabanedo).

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