Rebeldes sin casa

HOUSTON, tenemos un grave problema con la vivienda en España, especialmente el sector de la juventud que oscila entre contratos laborales en precario o simplemente la carencia pura y dura de cualquier trabajo. Por ello, y dado que los ideales ni abrigan ni alimentan, las posibilidades para los veinteañeros de acceder a una vivienda digna son pocas o ninguna. Estos rebeldes sin casa han comenzado a organizarse siguiendo la filosofía de que no se trata de hacer saltar el tapón, sino tan sólo de agitar el panorama y denunciar la modernidad mal entendida y el sálvese quien pueda. Su campo de reivindicación es la calle y la denuncia pública, esperemos que con nombres y apellidos, de esos políticos que cierran los ojos y abren los bolsillos. Aseguran los malpensados que la crápula capitalista se basa en la alianza entre un constructor listo y un concejal tonto, maniobra trilera que hace subir como la espuma el precio del suelo en las capitales. Así que esta generación sándwich se dispone a encabezar una subversión voluntaria, en la confianza de que ya hace tiempo que la clase media se atreve a saltar la verja de los ricos. Y como el horno urbanístico no está para bollos, cada cierto tiempo se convoca una manifestación en solicitud de viviendas asequibles para los muchachos que se encuentran en estado de máxima necesidad y tratan de poner los cuernos al negro destino. Algunas de ellas, como la celebrada en Madrid, terminan a palos y armándose un Vietnam Tienen sus razones, por supuesto, ya que el mayor pecado es no intentar ser feliz.