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CRÓNICAS BERCIANAS

Un expolio del que todos somos responsables

León

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QUE España, y en este caso el Bierzo, puede presumir de un rico legado patrimonial no lo duda nadie. Que se está haciendo esfuerzos por conservarlo tampoco. Pero también, y ahí está en el debe de las administraciones y en algunos casos propietarios, esa dedicación aún sufre de muchos vacíos y olvidos que están provocando que hoy en día algunos de los templos, en su mayoría ubicados en pequeñas y a veces casi deshabitadas poblaciones, sufran el expolio en sus entrañas. Ni los acontecimientos bélicos ni otra serie de avatares pudieron en su día con ellos, pero la rapiña del hombre actual es más devastadora que muchas contiendas. Precisamente esa voraz acción por apropiarse de lo ajeno tuvo hace unos días como protagonista desdichada a la ermita de la Santa Cruz en Montes de Valdueza, que ya ha dejado de lucir uno de los vestigios visigodos más importantes de la comarca, la lápida fundacional ubicada en su frontal. Fue un visto y no visto. Por la tarde este legado estaba en su sitio pero, ya con la noche cubriéndolo casi todo, las manos de uno o varios secuaces e imitadores de aquellos ladrones que se dedicaban a desvalijar templo tras templo en décadas pasadas, hicieron su trabajo y con ello dejaron huérfana la citada ermita. Este hecho me recuerda que hace unos años, cuando la mano de los amigos de lo ajenos era alargada y bastante activa, no había día que no desapareciera una cruz, parte del retablo y otras joyas que dada la escasa vigilancia y lo fácil que es entrar cuando uno no es visto eran presa fácil para el robo y posteriormente el comercio ilegal de un patrimonio del que los habitantes de estas localidades se sentían tremendamente orgullosos. Ahora, una vez cometido este hecho surgen las disputas de quien tuvo la culpa, si se hizo lo suficiente para proteger la lápida o si dadas las circunstancias no debiera estar allí, al menos la original. No cabe duda que el principal responsable de todo es el ladrón o ladrones, pero también hay que tener en cuenta que cuando pones un caramelo a la vista de un niño es muy posible que te quedes sin el. Y eso ha pasado en Montes de Valdueza y en una ermita a la que es fácil acercarse y en este caso, extraer parte de su fachada sin que los propios vecinos, escasos, se percaten de ello. También está claro que un paseante no pudo cometer esta tropelía porque primero hay que conocer el lugar, la joya y luego planear el delito. En el caso de las administraciones también hay que tirarse un poco de las orejas y decir si los esfuerzos por vigilar el patrimonio nuestro son los suficientes o sólo ese esfuerzo se centra en grandes joyas y edificios y en localidades importantes. Bien es cierto que si nos ponemos a vigilar todos estos monumentos no habría personas ni dinero suficiente, pero algo habrá que hacer para intentar al menos desmotivar a los cacos evitando también que algo tan nuestro sea pasto del comercio ilegal e interesados de unos pocos que se lucran con una historia y patrimonio que una vez perdido es difícil recuperar. Otra opción es realizar una copia exacta y poner en mejor recaudo todo, aunque a veces los vecinos no quieran.