Diario de León

LA PENÍNSULA

Fumadores y gordas

Publicado por
EDUARDO CHAMORRO
León

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COMO UNA imagen vale más que mil palabras, es lógico que la fotografía y el cine se hayan convertido en la elocuencia de las épocas, de sus bondades y manías. Así, el cigarrillo ha desaparecido de las películas. Ya nadie osa posar para la foto con un cigarrillo en las manos. Da lo mismo que la pose obedezca a la realidad o a la ficción. A menos que el retratado en la película de mentira o en la fotografía de verdad sea el malvado de la intriga o un trabajador tercermundista. Esa es la gente que fuma. Pero el cigarrillo entró en la ficción cinematográfica no porque lo exigiera el guión, sino para que los intérpretes supieran qué hacer con las manos. Algo parecido a lo que ocurrió con los dormitorios de doble cama, una para cada cónyuge. Eso no era así en la realidad, pero la censura americana prohibía exhibir la charla de dos personas en la misma cama (no digamos ya el silencio o el gemido estentóreo). En cuanto desapareció ese punto de la censura, hace ya años, las camas dobles se fueron con el mismo mutis y la cama única volvió a reinar en la alcoba americana. Los cigarrillos han desaparecido de la escena, pero quienes viven de la interpretación siguen sin saber qué hacer con las manos. Unos han vuelto al truco de apretarse entre los dedos el lóbulo de las orejas, como hacía Paul Newman, por ejemplo, y otras se comen un poco las uñas. La mayoría ha optado, sin embargo, por el vaso de plástico para el café portátil. Eso en cuanto a la ficción. En lo que no es ficción, las cosas son más sarcásticas. Las fotografías de África suelen dar testimonio de un continente famélico, con niños escuálidos y madres sin nada de sí con que nutrirlos. Pero el II Encuentro España-África: Mujeres por un mundo mejor , reunió en Madrid a 300 africanas, todas gordas. Claro que era una reunión selecta. Estaba la presidenta de Liberia, la primera ministra de Mozambique, cineastas, magistradas del Supremo de Nigeria, vicerrectoras y periodistas comprometidas. Fotografiadas juntas, con la vicepresidenta española en medio, sorprende lo gordas que están todas, rotundamente gordas, como si se lo hubieran comido todo y no hubieran dejado nada. Alguien debería haber tomado precauciones contra tan mal efecto.

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