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Publicado por
CAMINO GALLEGO
León

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PUEDE referirse a muchas cosas este título, pero en este caso concreto voy a contarles lo que observé el pasado miércoles, poco antes de las dos de la tarde, en el tramo de la avenida de Portugal, justo delante de la Residencia de Ancianos de la Seguridad Social. En ese tramo de autovía, en dirección Galicia, hay a la altura antes citada un rosario (auténtico, porque son varios tramos de seis o siete cada uno) de pequeños baches, casi en medio de la calzada; es decir próximos a la línea discontinua que separa los dos carriles de esa dirección. Pues bien, a la hora y en el día indicados, con dos ruedas encima de la acera ante la Residencia, había una furgoneta en la que se leía Conservación y también Red de Carreteras del Estado. El conductor y único ocupante de la misma, provisto de su traje reflectante verde, se encontraba, pala en ristre, en medio de la calzada, esperando que pasaran los vehículos. Y cuando se cerraba el semáforo, aprovechaba para echar con la pala en cada agujero un pegote de gravilla alquitranada que luego aplastaba levemente con el pie. Le miraba hacer y no salía de mi asombro. ¿Es posible -me preguntaba- que a este hombre le paguen por hacer esto? ¿Es posible que no haya una manera mejor de evitar que los agujeros alcancen mayores proporciones? ¿Es posible que quien haya mandado hacer esto no se dé cuenta de que en cuanto pasen unos centenares de vehículos (es decir, hoy mismo) se lleven pegada la gravilla, con lo que los agujeros reaparecerán y además habrá gravilla suelta por la calzada con el peligro que esto representa? En ese momento el hombre del traje fosforescente se montó en el coche y se marchó dando por concluido su trabajo.

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